Sólo porque les aventajo en edad, algunos periodistas y estudiantes universitarios me han pedido que les aconseje. Les he dicho que a pesar de los cambios que han transformado la práctica del periodismo en los últimos años, algunos valores fundamentales que han hecho de este oficio una labor trascendental, han sobrevivido al paso inexorable del tiempo y las innovaciones tecnológicas.
Uno de ellos, tal vez el más importante, es el de informar con estricta sujeción a los hechos. Con frecuencia los reporteros se ven impactados por la magnitud de los acontecimientos sobre los que informan. El deseo de dar rápidamente la información al público, la ansiedad que esa prisa trae consigo, resulta en una noticia errada o imprecisa.
Los jóvenes deben cuidarse de incurrir en ese error. Se entiende perfectamente el deseo de salir con la información antes que ningún otro medio, para adelantarse a la competencia. Pero lo más importante no es llegar primero. De nada vale dar una noticia antes que otro medio si no puede hacerse de la manera correcta y con los datos precisos. Hay que ofrecer todos los aspectos de los hechos y no apresurarse en ofrecer cifras o nombres que luego deban ser corregidos.
La credibilidad continúa siendo la más valiosa credencial de un medio y de un periodista. Y los desmentidos o las informaciones imprecisas o falsas erosionan la credibilidad más que otra cosa. Dejen que los demás se vayan primero y dense así el lujo de llegar bien antes que ellos, dado que así no tendrán que verse en la necesidad de detenerse o volver atrás para enmendar errores provocados por la ansiedad y la prisa. No pretendo que se tomen estos consejos como una lección de periodismo. Pero recuerdo que Hemingway, uno de los grandes maestros del periodismo, escribió: “Es erróneo creer que con la edad, los hombres nos hacemos más sabios. A lo sumo nos hacemos más prudentes”.