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“La Locura del Celular”

Un cordial saludo para todos mis queridos lectores.

Estaba yo esperando el cambio de luz en un semáforo de la capital, cuando miro a mi alrededor y las dos personas que estaban conduciendo los automóviles a ambos lados mío, y esperaban también por el cambio del semáforo, uno estaba conversando placenteramente por su teléfono celular y la otra estaba chateando por su Blackberry. Yo me puse enseguida a pensar: Estas personas viven la vida tan apresuradamente, que cuando llega la noche deben de estar completamente agotadas física y mentalmente.

Viene a mi mente la historia de un hombre ya entrado en años que vio a su nieto jugando con su teléfono uno de esos tantos que el mismo trae y le pregunto: ¿Qué haces Carlitos?, él le contestó, aquí estoy jugando al brick braker y el abuelo le pregunto: ¿Carlitos y que es el brick braker Hay abuelo Ustedes no tenían estos juegos cuando eran niños, no sé como Ustedes podían vivir la vida, y el abuelo le contesto: Carlitos, nosotros la vivíamos, Ustedes la ven pasar.

Es muy cierto, hoy día con tantos inventos electrónicos en la mayoría de los casos nos hacemos tan dependientes de los mismos que si no los tenemos con nosotros, es como si nos faltara algo, son imprescindibles para poder vivir. Si estamos conversando con alguien, suena nuestro teléfono o nos envían un mensaje y decimos: Con permiso un momento y contestamos la llamada o el mensaje. Si estamos en el cine o en una reunión, nos salimos fuera para contestarlo, o decimos bien bajito: En este momento no puedo contestarte, te retorno más tarde. Si estamos en la Iglesia, o lo apagamos cuando nos suena o salimos fuera de la misma a contestarlo, nuestro teléfono en muchísimas ocasiones es más importante que Dios.

Mis amigos, es que no podemos vivir ni un minuto en paz. Si estamos conduciendo nuestro automóvil, nos suena el teléfono o nos envían un mensaje de texto. Si estamos almorzando o cenando, lo mismo. Si estamos durmiendo la siesta nos suena el celular. Si estamos ocupados en nuestra oficina o nuestro centro de trabajo, nos envían un mensaje o nos suena el celular. En fin a veces estamos tan obstinados con las múltiples llamadas o mensajes de texto, que ni las contestamos, o cuando vemos quien nos está llamando decimos: Ah, ahora no tengo tiempo, o no es de importancia, luego llamo a esa persona.

Yo no sé, será que soy hecho o como decimos agachapado a la antigua, pero yo solo necesito un teléfono para comunicarme de aquí para allá y de allá para acá. Sé que algunos de los que me leen me van a criticar, otros dirán que los tiempos han cambiado, y que vivimos en una era electrónica, que hay que estar a la moda y así muchas otras cosas más. Pero mis queridos amigos, hay que ver cuántas cosas traen los celulares de hoy día, hace falta ser ingeniero electrónico para poder manejar uno de eso nuevos aparatos con tantas cosas que tienen y hacen los mismos. Yo siempre digo que cuando inventen uno que haga café y me lo sirva en su tasa, a lo mejor lo piense y me compre uno, mientras tanto continuo con mi caravelita que no me da dolores de cabeza, ni mucho que pensar, además yo no pudiera vivir tranquilo si cada dos minutos estuviera sonando el timbre del mismo porque me llaman o me llego un mensaje. Quiero pasar los pocos años que me quedan sin muchas preocupaciones, tormentos y complicaciones “Yo he querido siempre vivir la vida no verla pasar”

Los dejo con el Versículo 4 del Capítulo 2 del Libro de la Sabiduría que dice así: “Nuestra vida pasa como una nube ligera y desaparece como niebla matinal, perseguida por los rayos del sol y vencida por su calor

”Hasta la próxima y muchas bendiciones para todos.

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