El pararrayos es un artefacto compuesto por una varilla metálica terminadas en una o varias puntas y conectadas a tierra o en el agua; se coloca sobre los edificios y embarcaciones para atraer el rayo e impedir que este impacte en una zona no deseada o cause daño a las personas; es un proteger de las descargas eléctricas. Pensando en las madres y en nuestras funciones como tales, he llegado a la conclusión de que somos algo así como pararrayos en el hogar. Recibimos y preferimos recibir, todas las descargas negativas que surgen del seno del hogar, del medio ambiente, de la sociedad y tratamos de neutralizarlas, de erradicarlas, a fin de proteger los hijos y la familia en general. Vivimos pendiente de todo lo desagradable que se acerca o pretenda acercarse al hogar, para proteger la familia y cuando no podemos evitarlo, sentimos morirnos de impotencia y dolor, clamando con más fuerza la ayuda de Dios, el Todopoderoso.
La madre busca despejar el ambiente de manera tal, que le permita a la familia vivir con tranquilidad. Solo Dios sabe, todo lo que, sin trascender, calladamente, hacemos en pro de la paz y armonía en el hogar. Es de imaginarse, la lucha que diariamente libra una madre que lleva sola la responsabilidad del hogar, tanto con recursos económicos y peor aún sin recursos; el agotamiento del diario vivir, la náusea que produce la mediocridad de algunos que nos rodean, las limitaciones con que trabajamos, todo lo agrio, lo recoge el pararrayos madre y lo neutraliza, pensando en sus hijos, sus seres más queridos.
Para una madre, todas las acciones de su vida, consciente e inconscientemente, están en función de los hijos y por tanto no implican sacrificios; son acciones de amor. La madre es algo así como la facilitadora de la vida en el hogar, y cual pararrayo recibe las descargas negativas para volcarlas en ráfagas de amor, de armonía, de luz y alegría; precisamente, eso es lo que la convierte en fuente permanente de ternura y comprensión. Claro está que le duelen las incomprensiones e injusticias, pero ellas no la detienen, no espera comprensión, ni ayuda ni recompensa, cumple la misión de ser madre y esta nunca termina; solo quiere la felicidad de sus hijos, hacer hombres y mujeres de bien, útiles a la sociedad, prepararlos para que disfruten la vida, en paz, sin hacerle daño a los demás.
Definitivamente, lo mas valioso de ser madre y lo que realmente, nos identifica como tal, es la capacidad de ser pararrayos en el hogar, para que no le lleguen las descargas negativas; más bien, las neutraliza y tiene el tremendo poder de atenuar o destruir, todo lo feo y odioso que la vida encierra, poniendo en su lugar pinceladas de luz, seguridad y alegría por doquier. ¡Dios ilumine, fortalezca y bendiga, a todas las madres del mundo!
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