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“La necesidad de la Madre”

Un cordial saludo a todos mis queridos lectores.

Es una gran necesidad para nuestros hijos tener un hogar feliz. Un hogar donde halla un padre y una madre. Los padres no saben el daño que les hacen a sus hijos cuando se separan. Uno le habla mal del otro ala niña o niño, si no lo hacen así, existe el celo cuando el otro le toca llevárselo, en fin muchas otras cosas más.

Claro que hay ocasiones en que no queda más remedio que el separarse, pero yo siempre les recomiendo a todas las parejas y sobre todo a los que tienen hijos que traten por todos los medios de arreglar las cosas entre Ustedes antes de tomar la decisión de separarse, si no queda otro remedio, pues no queda más remedio, pero traten, y recuerden que le hacen mucho daño a sus hijos.

Yo conozco muchos casos de personas que están divorciadas y los hijos no actúan como personas  normales por ese motivo. Conozco otros casos en el que la mama o el papa parten a la vida en la presencia de Dios, esos hijos se crían huérfanos de madre o padre y muchos de ellos tienen problemas, yo les digo que hacen falta dos personas para bailar una bachata.

Quiero contarles algo que leí una vez y que lleva por titulo “La Maestra Riveros”. Su nombre era la Señora Riveros, mientras estuvo al frente de su clase de 5to, grado, el primer día de clases ella se presentaba a sus alumnos y hacia que ellos se presentaran, de esa forma se aprendía los nombres. Como la mayor parte de los profesores, ella miraba a sus alumnos y les decía que a todos los quería por igual. Pero eso no era posible, porque ahí en la primera fila, desparramado sobre su asiento, estaba un niño llamado Facundo Moreno. La Sra. Riveros había observado a Facundo desde el año anterior y había notado que él no jugaba muy bien con otros niños, su ropa estaba descuidada y constantemente necesitaba darse un buen baño. Facundo comenzaba a ser un tanto desagradable. Llegó el momento en que la Sra. Riveros disfrutaba al marcar los trabajos de facundo con una fibra roja haciendo un gran X y colocando un cero muy llamativo en la parte superior de sus tareas. En la escuela donde la Sra. Riveros enseñaba, le era requerido revisar el historial de cada niño, ella dejó el expediente de Facundo para el final. Cuando ella revisó su expediente, se llevo una gran sorpresa. La maestra de primer grado escribió: Facundo es un niño muy brillante con una sonrisa sin igual. Hace su trabajo de una manera limpia y tiene muy buenos modales, es un placer tenerlo cerca. Su maestra de segundo grado escribió: Facundo es un excelente estudiante, se lleva muy bien con sus compañeros, pero se nota preocupado porque su madre tiene una enfermedad incurable y el ambiente en su casa debe ser muy difícil. La maestra de tercer grado escribió: Su madre ha muerto, ha sido muy duro para él. El trata de hacer su mejor esfuerzo, pero su padre no muestra mucho interés y el ambiente en su casa le afectará pronto si no se toman ciertas medidas. Su maestra de cuarto grado escribió: Facundo se encuentra atrasado con respecto a sus compañeros y no muestra muchos interés en la escuela. No tiene muchos amigos y en ocasiones duerme en clase. Ahora la Sra. Riveros se había dado cuenta del problema y estaba apenada con ella misma. Ella comenzó a sentirse peor cuando sus alumnos les llevaron sus regalos del día del maestro, envueltos con preciosos moños y papel brillante, excepto Facundo. Su regalo estaba mal envuelto con un papel amarillento que él había tomado de una bolsa de papel, A la Sra. Riveros le dio pánico abrir ese regalo en medio de los otros presentes, algunos niños comenzaron a reír cuando ella encontró un viejo brazalete y un frasco de perfume con solo un cuarto de su contenido. Ella detuvo las burlas de los niños al exclamar lo precioso que era el brazalete mientras se lo probaba y se colocaba un poco del perfume en su muñeca. Facundo Moreno se quedó ese día al final de la clase el tiempo suficiente para decir. Sra. Riveros, el día de hoy usted huele como solía oler mi mamá. Después de que el niño se fue ella lloró por lo menos una hora. Desde ese día, ella dejo de enseñarles a los niños aritmética, a leer y a escribir. En lugar de eso, comenzó a educar a los niños. La Sra. Riveros puso su atención especial en Facundo. Conforme comenzó a trabajar con él, su cerebro comenzó a revivir. Mientras más lo apoyaba, él respondía más rápido. Para el final del ciclo escolar se había convertido en uno de los niños más aplicados de la clase y a pesar de su mentira de que quería a todos sus alumnos por igual, Facundo se convirtió en uno de los consentidos de la maestra.

Dos años después, ella encontró una nota debajo de su puerta, era de Facundo, diciéndole que ella había la mejor maestra que había tenido en toda su vida. Cinco años después por la misma fecha recibió otra nota de Facundo, ahora escribía diciéndole que había terminado el secundario siendo el tercero de su clase y ella seguía siendo la mejor maestra que había tenido en toda su vida. Cinco años después, recibió otra carta que decía que a pesar de que en ocasiones las cosas fueron muy duras, se mantuvo en la escuela y pronto se graduaría con los más altos honores. El le reiteró a la Sra. Riveros que seguía siendo la mejor maestra que había tenido en toda su vida y su favorita. Cuatro años después recibió otra carta. En esta ocasión le explicaba que después de que concluyó su carrera, decidió viajar un poco, En la carta le explicaba que ella seguía siendo la mejor maestra que había tenido y su favorita, pero ahora su nombre se había alargado un poco, la carta estaba firmada por el Dr. Facundo Moreno. La historia no termina aquí, existe una carta más que leer, Facundo ahora decía que había conocido a una chica con la cual iba a casarse. Explicaba que su padre había muerto hacía un para de años y le preguntaba a la Sra. Riveros si le gustaría ocupar en su boda el lugar usualmente reservado para la madre del novio, por supuesto la vieja maestra aceptó y adivinen, ella llego usando el viejo brazalete y se aseguró de usar el perfume que Facundo recordaba que usó su madre la última Navidad que pasaron juntos. Se dieron un gran abrazo y el Dr. Moreno le susurró al oído, “Gracias Sra. Maestra por creer en mí. Muchas gracias por hacerme sentir importante y mostrarme que yo podía hacer la diferencia”. La Sra. Riveros con lágrimas en los ojos, tomó aire y le dijo, “Facundo, te equivocas tú fuiste el que me enseño a mí que yo puedo hacer la diferencia. Yo no sabía cómo educar hasta que te conocí”.

Bueno, aquí termina esta historia. Los dejo con la lectura del Eclesiástico, Capitulo 22, Versículo 3, que dice: “Los hijos mal educados son la vergüenza de los padres” 

Hasta la próxima y muchas bendiciones para todos.

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