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Batalla Electoral 2024

La opción de los fácticos

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Trescientos veintiocho años después del ignominioso dominio español, proclamamos por primera vez la determinación de regirnos por nuestra cuenta y el premio deparado fueron veintidós años de la opresión  haitiana.

A las pocas semanas de la acción patriótica que lideró José Núñez de Cáceres, cruzaron el Masacre las tropas del presidente Boyer e unificaron la isla bajo el predominio de la bandera haitiana:

“¡El pabellón nacional flota sobre todos los puntos de la isla que habitamos!…Sobre este suelo de libertad ya no hay esclavos, y no formamos todos sino una sola familia, cuyos miembros están unidos para siempre entre sí por una voluntad simultánea, que dimana de la concordancia de los mismos intereses…” ¿Cómooo?

Pero bájele mucho presidente Boyer, que haitianos y dominicanos estamos atados a una misma isla, pero jamás ni a un solo país ni a una misma enseña, de ahí que la pequeña burguesía trinitaria empeñara como lo hizo en procurar la separación y en ubicarnos bajo unos estandartes propios, pero de nuevo el billete nos trajo cosas indeseadas:

El predominio de un sector social decadente, el de los hateros y un período de inestabilidad que en apenas diecisiete años nos dio seis presidentes, diez cambios de gobiernos, cinco constituciones y cuatro invasiones haitianas.

Entonces sucumbió de nuevo la nación y los héroes restauradores se esmeraron en su rescate con épicas manifestaciones de coraje, logrando bajo el liderazgo de la espada de Luperón, que los españoles entendieran que nuestra posición era la misma que se les había expresado en la declaración de independencia del 1821.

Pero otra vez los huevos se echaron a perder y en vez de patos  sacaron gallaretas. La cosecha más trascendente de ese esfuerzo degeneró en la dictadura de Ulises Hereaux, de la que hubo de salirse a través del magnicidio, que a su vez nos devolvió a la inestabilidad, que hizo perecer de nuevo el empeño de trinitarios y restauradores, el de un país soberano.

Tropas estadounidense ocupan el país y el esfuerzo denodado de los nacionalistas nos devuelve, con la brillante gestión de Francisco J Peynado, lo que procuró desde una época muy temprana Núñez de Cáceres, la autodeterminación, pero también el billete se pela, y nos llega una larga dictadura y tras su desaparición otro período de inestabilidad, que a su vez conllevaría la pérdida de la independencia.

Pero el patriotismo se expresa de nuevo,  y apenas celebramos en estos días cuarentiséis años del glorioso movimiento que encabezaron los militares constitucionalistas, que procuraron el retorno de la democracia y de la soberanía, aunque lamentablemente el fruto no resultara el deseado.

Procurando el retorno de Juan Bosch, se cosecharon los doce años del doctor Joaquín Balaguer, quien según las confidencias de los dictaron esa determinación: los Estados Unidos, “tiene una historia de demagogia y estuvo cercanamente asociado con el régimen de Trujillo. Sin embargo, Balaguer es firmemente anticomunista y goza del apoyo de alguna de las mejores gente del país”.

Al ser percatado de que era el pupilo del imperio para regir a los dominicanos por largo tiempo, no hizo otra cosa que hacerse el muerto y dejarse llevar, alegando que era un hombre sin ambiciones, que empezaba a ser batido por el peso de sus años.

En la historia nuestra nadie ha sido más aspirado por los denominados poderes fácticos.

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