REDACCIÓN.- El 22 de junio de 1986, un momento icónico en la historia del fútbol quedó grabado en la memoria colectiva de los argentinos y aficionados al deporte en todo el mundo. Diego Armando Maradona anotó, tal vez, su gol más famoso durante el partido entre Argentina e Inglaterra en los cuartos de final de la Copa Mundial de Fútbol. Este tanto, conocido como “la mano de Dios”, no solo desató una ola de emociones y controversia, sino que también se convirtió en un símbolo de la astucia y la pasión del fútbol argentino, así como un acto de justicia contra los ingleses, tal como decía el astro y capitán de la selección.
Ahora, a 37 años de ese hito, la NASA reveló el descubrimiento de la “otra mano de Dios”, un hallazgo astronómico que nos invita a reflexionar sobre la grandeza del universo.
Es una nueva imagen de la nebulosa PSR B1509-58, apodada “la mano de Dios”. Esta espectacular formación está ubicada a unos 17.000 años luz de distancia de la Tierra, en la constelación de Escorpio, y es el resultado de la explosión de una supernova, que dejó detrás de sí una nube de gas y polvo que se expande a gran velocidad.
La NASA utilizó el telescopio espacial NuSTAR, junto con datos del observatorio Chandra, para capturar una nueva imagen de la nebulosa. Esta combinación de información permitió a los científicos obtener una representación visual que no solo es asombrosa, sino que también es crucial para entender los procesos que dan forma a nuestro universo.
PSR B1509-58, la mano de Dios cósmica
La nebulosa PSR B1509-58, también conocida como “la mano de Dios”, es un púlsar situado a aproximadamente a 17.000 años luz de distancia en la constelación de Circinus. Este fenómeno fue descubierto por el Observatorio de Rayos X Einstein en 1982 y estimaban que tiene alrededor de 1700 años de antigüedad.
La nebulosa gira rápidamente, emite energía al espacio circundante y crea estructuras complejas en su entorno. Se extiende a lo largo de unos 150 años luz y es notable por su forma distintiva que se asemeja a una mano levantada, lo que le valió su apodo. Esta “mano” es el resultado de un viento pulsar, que distribuye partículas y energía en el espacio, generándose una imagen visualmente impactante en rayos X.