Nuestra justicia está a prueba. La palabra de mujer frente a la de un ex ministro de Turismo, dirigente del Partido Reformista, aliado del gobierno y dueño de medios de comunicación.
Hasta la fecha, el Poder Judicial ha manejado las denuncias de violencia contra la mujer con protagonistas anónimos o del mundo artístico. Los pejes gordos de la política han estado exentos, y no por falta de evidencias.
¿Será suficiente la palabra de mujer frente a un “Nunca la he tocado, ni la voy a tocar jamás”, como afirmó el imputado?
No olvidemos que las mujeres nunca han sido sujetos de palabra. La cultura presenta a las mujeres como: desequilibradas, mentirosas, manipuladoras , traidoras, desleales, frívolas, incitadoras; las víboras del paraíso de Adán.
Por el contrario, la voz del hombre tiene otra representación. La expresión cultural (“palabra de hombre”), le da transcendencia de veracidad con la simple referencia a su origen: el hombre.
En un sistema jurídico permeado por una cultura que ha creado una valoración desigual de la palabra, no es de extrañar que cuando la palabra de mujer entra en conflicto con la conducta del hombre, salgan a la luz todos los mitos que buscan defender la desigualdad.
Es probable que echen mano al argumento de mujer celosa, despechada, perversa que interpone una denuncia falsa para hacer daño al hombre. Un político y empresario exitoso que ha decidido rehacer su vida con una mujer joven.
El acusado pide respetar el derecho a dirimir los asuntos de su familia en el ámbito privado. Es oportuno recordarle las palabras de Kate Millet: “Lo personal es político”.
Al defender que las mujeres ponen denuncias falsas no se apoyan en referencias válidas o estudios, recurren a los casos personales (curiosamente todos conocen alguno) o a aquellos que han sido difundidos por los medios de comunicación.
Las mujeres que viven en la opulencia no están exentas de la violencia de género, eso sí, es probable que las paredes de sus casas sean más gruesas para transparentar las cifras de violencia contra la mujer.
La esposa de un hombre millonario tiene mucho que perder al momento de poner una querella por maltrato. La denuncia de Sandra Kurdas muestra temor a acabar como la esposa de uno de los compañeros de su esposo de partido, alimentando las cifras de feminicidio.
La idea de las denuncias falsas es el reflejo de los argumentos que la desigualdad y el machismo ha utilizado históricamente para defender sus privilegios y atacar a las mujeres.
Todos somos iguales ante la ley y ojalá también ante los que se encargan de ejercerla.
www.lilliamfondeur.com
Dra. Lilliam Fondeur
@lilliamfondeur
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