La estabilidad económica, el desarrollo y las libertades públicas, de un país solo se pueden lograr y mantener en un ambiente democrático y de respeto a las instituciones y la suma y fortalecimiento de todos esos elementos conforma la paz social, que es el mayor y más importante activo.
Esto es lo que aconseja la experiencia vivida y comprobada por hechos históricos y su desconocimiento o menosprecio ha sido el detonante en las crisis sociales y económicas que han vivido y por la que pasan actualmente naciones de este hemisferio y también en otras latitudes.
Es por esto que en medio de la atmósfera de creciente tensión que estamos observando estos días en el país por debates, protestas y conflictos internos, se impone un llamado a la serenidad y la reflexión sin que nadie deje necesariamente de actuar de forma responsable en sus respectivas esferas de acción.
Dejando atrás visiones apasionadas, este llamado debería ser acogido por igual por las autoridades policiales, que deben comportarse con cordura y sin excesos, al igual que el estamento judicial en todas sus instancias, que sin incumplir sus deberes primordiales también puede contribuir a la paz social.