En el país tenemos que superar esta cultura burocrática e infuncional de, en ausencia de medidas preventivas, ni siquiera tener la capacidad de reaccionar con acciones inmediatas y efectivas cuando ocurren percances y tragedias.
Esa penosa actitud de hablar y no actuar es lo que hemos visto tras la pérdida de dos vidas y lesiones a una tercera persona, en menos de tres semanas tras la caída de vehículos en las profundas excavaciones que se realizan para levantar torres de apartamentos.
Sobre el tema hay toda una discusión retórica sobre las medidas y protocolos que deben regir esos trabajos, pero mientras la normativa se reestructura y aplica, los profundos vacíos son una trampa mortal para conductores y pasajeros que caen en esos precipicios a causa de accidentes.
¿Qué estamos esperando para prevenir nuevas tragedias y tomar acciones inmediatas que garanticen, con muros de contención, que ante cualquier accidente vial ningún vehículo vuelva a precipitarse en esos gigantescos hoyos?
Las autoridades municipales y también del gobierno central, a través de distintas dependencias de la administración pública, han debido intervenir esas construcciones y obligar a las compañías de ingenieros a cargo, a colocar minimamente los llamados muros New Jersey.
Esto no requiere discusiones inútiles ni papeleos burocráticos, sino acciones enérgicas y directas. ¿O es que tenemos que esperar la ocurrencia de nuevas tragedias para entonces reaccionar?
La normativa existente al respecto es vaga, sumamente teórica y sin especificaciones concretas, al solo indicar que cuando la edificación prevea construcciones soterradas o excavaciones profundas, esta protección deberá resistir golpes por impacto para reducir el peligro en caso de accidentes. Las propias autoridades del ministerio de la vivienda la calificaron de escueta, añadiendo que trabajan en las modificaciones de este reglamento.
La ubicación donde ocurrió el más reciente accidente, la habíamos denunciado en El Informe, señalando la peligrosidad de esa esquina. Sin embargo, penoso que ni los constructores ni las autoridades hayan tomado medidas.
Actuemos entonces sin distraernos en más teorías porque son muchas las excavaciones de este tipo que hay en el Gran Santo Domingo, la mayoría de ellas apenas cubiertas con frágiles estructuras de zinc, que no resisten el menor impacto.
La vida y la seguridad de transeúntes y conductores tiene que ser cuidada y garantizada.