A solo días de que concluya la actual legislatura, El Código Penal va camino a ganarse el discutible pero merecido título de la pieza más controvertida, zarandeada e inexplicablemente postergada en la historia legislativa dominicana.
Hay sobradas razones para que el país esté perplejo ante este caso por tratarse de un Código que desde hace tiempo debió ser actualizado por ser fundamental para fortalecer el buen ejercicio de la justicia en el país.
La realidad es que a pesar de varias legislaturas, de innumerables propuestas y de discusiones y debates, el Código Penal sigue en el limbo.
En un principio se pensaba, que la dificultad central que impedia su aprobación eran las tres causales que despenalizarían el aborto, pero ahora son muchas y muy distintas las objeciones surgidas.
Hablamos de una serie de puntos de discusión y no solo en el seno del Congreso, sino en diferentes sectores de la sociedad, que dan la impresión de que estamos en presencia de un proyecto con tantos elementos nuevos y no el que alegadamente estaba en una fase de virtual consenso, con la excepcion de las causales.
A la luz de eso, cabría preguntar: ¿en qué hemos fallado hasta ahora como Congreso, sociedad, medios de comunicación y opinión pública en general?
¿Cómo es que no conocíamos, en todos sus aspectos fundamentales, un proyecto de tal envergadura?
¿Cómo es posible que en una fase que se considera casi final, es que hemos venido a descubrir supuestas fallas, debilidades e incongruencias que al parecer nadie había podido advertir?
Realmente estamos ante un caso insólito que amerita muchas explicaciones como primer paso para retomar el Código Penal y lograr por poner término a este largo, inútil y frustrante proceso de conocimiento y aprobación.