Que tanto nos podríamos identificar con el pasaje: “…una vida vivida en el desconocimiento de los propios males es la menos penosa. Es imposible para los hombres que les suceda la mejor de las cosas, ni que puedan compartir la naturaleza de lo que es mejor. Por esto es lo mejor, para todos los hombres y mujeres, no nacer; y lo segundo después de esto —la primera cosa que pueden conseguir los hombres— es, una vez nacidos, morir tan rápido como se pueda” (Aristóteles, en La Leyenda del Sileno); en particular espero que no mucho, al menos en lo que respecta a nuestra voluntad.
Se ha definido la Política como “El Arte de lo Posible”, y “lo posible” siempre tendrá las dimensiones que le asigne nuestro optimismo.
¿Por qué es importante el optimismo en la política? Necesitamos movernos, debemos avanzar. El optimismo nos permite ver más allá de los obstáculos y las vicisitudes del presente convirtiéndose en la fuerza vital que construye puentes sobre abismos y abre caminos en medio de la selva enmarañada de la desesperanza. Porque el optimismo es lo que nos lleva a subirnos las mangas y poner manos a la obra cuando todo parece dirigido al fracaso.
En nuestro país, muchos tienen miedo a fracasar, al tiempo que apuestan constantemente al fracaso de los otros. Pero el verdadero fracaso lo constituye el quedarse viendo el juego desde las gradas, el temor a involucrarse, el no intentarlo. Seamos valientes, celebremos el éxito de los demás y forjemos un propio camino de triunfos.
El optimismo es para gente que no le sale corriendo al trabajo duro, para quienes están dispuestos a hacerse cargo, a aceptar los desafíos y a vencer los miedos. ¿Es posible construir una República Dominicana más justa, donde abunden las oportunidades de desarrollo y donde se pueda alcanzar el éxito por medio del trabajo honesto y tesonero? En el universo largo y ancho de los optimistas, la respuesta es sí, es posible.
Por qué no ser optimista, por qué perder la esperanza; reivindiquemos el futuro para los que sí creemos en el proyecto de un mejor país, nunca será perfecto, pero si el mejor posible. Mantengamos al optimismo de nuestro lado que es, como escribió Dietrich Bonhoeffer, “una fuerza que nunca deja el futuro a los adversarios”.
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