El virus, lamentablemente, sigue siendo el jefe en muchos países. Tiene a la ciudadanía y a muchos gobiernos desconcertados o desesperados, y mientras el virus siga dominando es difícil tomar decisiones que no sean de protección como la higiene, el distanciamiento físico, las mascarillas y cuarentenas.
Pero el confinamiento trae serios problemas, aunque sirva para detener la propagación, y eso presenta un gran desafío. Menciono dos en particular:
1) El confinamiento funciona bastante bien como protección para la clase alta, media alta, y algunos segmentos de clase media con mayor nivel educativo y espacio en las viviendas; pero no para los sectores populares que viven en hacinamiento y con ingresos precarios.
2) El costo económico del confinamiento es muy alto por el cierre de tantos negocios y sectores de la economía. Por eso, el supuesto dilema de escoger entre salud o ganar dinero es incorrecto.
Mucha gente quiere protegerse del virus, ¡claro está!, pero también necesita producir, porque, por más ayuda gubernamental, eso es temporal e insuficiente, ¡se sabe!
Como el virus sigue siendo aún el jefe, el desafío inmediato es controlar su expansión: limitar el número de contagios, salvar vidas y evitar el colapso del sistema de salud. Sin ello no hay reapertura económica posible.
Pero tan pronto la tasa de contagio y mortalidad baje y el número de hospitalizados sea manejable, hay que comenzar a reabrir la economía tomando las precauciones de lugar, y usando las pruebas y el aislamiento inteligentemente para controlar posibles rebrotes.
La reapertura económica no podrá ser repentina ni total, sino gradual.
En la República Dominicana, primero tiene que reabrirse el transporte público con medidas específicas como el uso obligatorio de mascarillas, y operar con menos usuarios para mantener el distanciamiento físico. El Metro, la OMSA y el teleférico deben preparare ya para ofrecer un transporte masivo, seguro y eficiente. A los buses, conchos y voladoras también hay que ponerles reglas de higiene y tope en capacidad de pasajeros.
El segundo paso inmediato es abrir las actividades industriales que permanecen cerradas (hay industrias que han permanecido operando porque procesan productos agroindustriales o de exportación). En todas debe requerirse mascarillas y que los dueños organicen los empleados manteniendo la mayor distancia posible. Simultáneamente abrir el sector construcción y el comercio asociado como ferreterías, así como los talleres de mecánica y producción.
Luego abrir el sector de servicios personales, en su mayoría pequeñas empresas como barberías y salones de belleza, estableciendo reglas de higiene y cantidad de usuarios. Simultáneamente abrir las oficinas públicas y privadas con el personal estrictamente necesario de manera presencial y los demás en teletrabajo. Así habrá menos contactos y menos circulación en las calles.
Una vez esos sectores estén funcionando, se abre el resto del comercio, siempre con la higiene y el distanciamiento físico recomendados.
En todas las empresas, comercios y oficinas debe ofrecerse mascarillas a los empleados e instruirlos sobre las reglas de trabajo en tiempos del coronavirus, y debe haber supervisión estricta de cumplimiento.
Un asunto fundamental es el cuidado de los niños, porque sin escuelas ni estancias infantiles funcionando se complica mucho la integración de las mujeres al trabajo. Sobre ellas recae culturalmente el cuidado familiar, y muchas crían sus hijos solas. Para aliviar esta situación, el gobierno debería mantener por lo menos hasta que se reabran las escuelas el subsidio a los hogares de escasos recursos mediante el INABIE, Solidaridad y Quédate en Casa.
Finalmente, incidentes como el del peregrino en Puerto Plata no pueden permitirse. ¡Absolutamente NO!