La República no merece volver a la iniquidad electoral del 2016

Con cualquiera que sea su candidato el PLD se encamina a repetir las inequidades e iniquidades de las elecciones del 2016, mientras la oposición no acaba de comprender que sólo con una gran coalición podrían cambiar el curso político de la nación

El proyecto continuista del presidente Danilo Medina, con todos los pujos autoritarios que hacen temer una dictadura, y los afanes del expresidente Leonel Fernández por volver al poder, ambicionando un cuarto período de gobierno, configuran otro proceso electoral tan inequitativo y abusivo como el del 2016, cuyos resultados nunca fueron admitidos por los opositores.

Pero como si hubiese pasado mucho tiempo, la oposición política parece haberlo olvidado y una vez más se encamina al “matadero electoral”, sin entender que la dominación política impuesta por el partido gobernante impide la competencia y garantiza su eternización en el poder, aunque la sociedad está dando muestras de fatiga peledeísta.

 Indicios de repetición

Las denuncias de los principales partidos opositores de que el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) está copando las reestructuraciones de las juntas electorales municipales, sumadas a los recientes escándalos en el control de la justicia y las presiones sin precedentes sobre jueces del Tribunal Superior Electoral, despiertan temores de que se pueda reproducir un proceso electoral como el del 2016, tan abominable que ninguno de los partidos de oposición le reconoció legitimidad.

Esta vez hay una diferencia importante, ya que las presiones política y sociales impidieron que la dominación peledeísta mantuviera al frente de la Junta Central Electoral (JCE) a un dirigente partidista de la categoría de Roberto Rosario o a un incondicional como Mariano Rodríguez en el TSE, los dos ahora en abierta campaña junto a su jefe político Leonel Fernández. En ambos organismos los presidentes y otros dos miembros son considerados independientes, pero los dos restantes, de cinco en cada uno, son cuadros políticos de la alianza gubernamental.

Pero las descomunales presiones, amenazas e intentos de chantajes hechos públicos por la reciente sentencia del TSE indican la disposición a utilizar todos los recursos del poder para amedrentar y conseguir objetivos políticos, o por lo menos mediatizar decisiones como, por ejemplo, que la JCE desconozca los cuatro niveles de elección establecidos en la nueva Ley del Régimen Electoral, para mantener el arrastre de los senadores que reclama el PLD.

Claros signos de riqueza

Si algo es evidente en la actual lucha por las candidaturas del PLD para el próximo año es que le sobran los recursos económicos a los grupos danilistas y leonelistas, pero también a varios de los que llevan meses en campaña por la nominación presidencial, aunque las encuestas no les favorezcan. Ninguno de ellos tenía fortuna, ni pasaban de profesionales de clase media cuando llegaron al gobierno.

Temístocles Montás, precandidato presidencial, denunció esta semana que el expresidente Leonel Fernández estaba gastando 25 millones de pesos en el espectáculo de mañana para su gran lanzamiento en el Estadio Olímpico, donde actuarán diez grupos artísticos, encabezados por algunos de la categoría de Sergio Vargas, Fernando Villalona y el Alfa.

El ex ministro de Economía no incluyó el costo de recoger durante más de un año las dos millones de firmas que según se anuncia respaldarían la candidatura de Fernández. Pero fue unilaterales, pues no se refirió a los cuatro grupos artísticos que amenizarán hoy sábado un acto de promoción del presidente Danilo Medina en el teatro United Palace del alto Manhattan, Nueva York, encabezados por Mozart la Para y Toño Rosario. Sobre los 25 millones de pesos se estimó el costo de la reciente manifestación reeleccionista de Santiago, como parte de un festival provincial que se vienen repitiendo por todo el país y que este fin de semana abarcara cuatro.

Les sobran los recursos

Es obvio que al PLD le sobre los recursos económicos y logísticos, en gran proporción derivados del Estado, no sólo por lo que sus dirigentes han acumulado personalmente, sino también por su capacidad para recaudar, mediante el tráfico de influencia y el reparto de contrataciones y compras. Y tanto Medina como Fernández tienen miles de activistas y comunicadores en las nóminas públicas y cualquiera que predomine será candidato con enormes ventajas frente a los de oposición, sobre todo si logra imponerse el actual presidente, para lo cual tendrá que pagar un costo económico y en ruptura institucional infinito. Ya en el primer trimestre del año el glasto publicitario del gobierno pasó de los 10 millones de pesos diarios que mantuvo en el 2018 a 11.6 millones, con una inversión de $1,042 millones.

Hay en la oposición quienes cifran expectativas en una posible división del PLD, por el nivel de encono y arrebato que alcanza la confrontación, no sólo entre las cabezas, sino también en el territorio, llegando a ser insostenible en muchas localidades. Pero los peledeístas han demostrado un amor al poder por encima de lo normal y al final podrían terminar pactando, como en ocasiones anteriores, conscientes de que lo necesitan para mantener el poder. Se recuerda el pacto del anterior proceso electoral, pero no tanto l de l 2012 cuando, como ahora, Leonel Fernández reunió  más de dos millones de firmes para su continuidad en la presidencia, que le entregaron “los ingenieros constitucionalistas” Félix Bautista, Díaz Rúa y Freddy Pérez, en el Palacio de los Deportes. Pretendían que él podía ser repostulado en contradicción con su propia Constitución del 2010 y la anterior del 2002, una prohibía la reelección seguida y la otra establecía dos períodos y “nunca más”.

Aquella vez Fernández logró entender que los vientos no le favorecían, entregó las carretillas de firmas al partido y se dedicó en cuerpo y alma a llevar al poder a su contradictor Danilo Medina. A final del 2011 prometió en Nueva York que gastaría 40 mil millones de pesos para que su partido siguiera en el poder, y terminó gastando más de 150 mil millones, con un déficit fiscal sin precedente, hasta  llevar a Medina al Palacio  Nacional en el 2012.

El matadero electoral 2016

Fue el profesor Juan Bosch, fundador del PLD, quien acuñó la especia de “matadero electoral” refiriéndose a los comicios en los que Joaquín Balaguer lograba reelegirse al comienzo de los setenta. Y eso fue justo lo que ocurrió en el 2016, pero escenificado por su PLD quince años después de su muerte. En el cuadro anexo se sintetizan las inequidades e iniquidades de ese proceso electoral, extraídas de los seis informes de la observación electoral del movimiento  Participación Ciudadana, fechados entre noviembre del 2015 y julio del 2016.

Son documentos fundamentados en estadísticas del Sistema Informativo de la Gestión Financiera del Estado, del Centro Regional de Estrategias Económicas Sostenibles (CREES), y de monitoreo del propio movimiento cívico y de una entidad privada que cuantifica la inversión publicitaria general. Los informes de finales de la campaña fueron tan impactantes que en algunos casos conllevaron moderación, por ejemplo, en el gasto publicitario.

Un análisis minucioso, como el realizado por el experto fiscal José Rijo acerca a los niveles del abuso de los recursos públicos en esa última campaña electoral, indica, por ejemplo, que en mayo del 2016 el Ministerio de Educación multiplicó por 13 el promedio mensual de sus pagos en viáticos, elevándolo a $23.5 millones: que triplicó el gasto en combustible de $9,9 a $26.4 millones, y que su partida de ayudas y donaciones a personas fuera incrementada en 79%. Mientras el gobierno triplicaba su gasto en asfaltado de calles y carreteras para alcanzar a $77 millones por día, durante los primeros cuatro meses del 2016, cuando su déficit fiscal montó sobre $34 mil millones de pesos, aunque en el mismo período del año anterior había registrado superávit de $3,500 millones.

Desafío a la oposición      

El monopolio del poder y los enormes recursos acumulados por el PLD constituyen un desafío a la oposición política, que ésta vez no debería esperar a dos semanas antes de los comicios, como ocurrió en el 2016, para darse cuenta de que por separado no tienen ninguna posibilidad de cambiar los abusos de la campaña electoral ni mucho menos vencer la maquinaria de dominación peledeísta, y ni siquiera obtener importante representación congresual o municipal.

Persisten los intentos de volver con multiplicidad de candidaturas nacionales, algunos intentando una tercera y hasta cuarta opción con unos cuantos miles de pesos y desconociendo que el electorado muestra una fatiga del PLD, por lo que ahora, más que nunca, tenderá a refugiarse en la bipolarización, con quien tenga mayor posibilidad de contrapeso, y rechazará los llaneros solitarios.

No es que falten candidatos meritorios en la oposición, sino que sobra poder de dominación que les cierra el paso y los excluye, sembrando una imagen de invencibilidad que a  su vez promueve el pesimismo, la resignación, la inmovilidad y el descreimiento en las alternativas por parte de las mayorías, no sólo en los dependientes de los favores y manipulaciones gubernamentales, sino también dela ciudadanía más consciente, deseosas de cambio y pulcritud política.-

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Resumen de las iniquidades electorales del 2016

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