Durante el proceso electoral pasado y junto con mi hermano y amigo Julio Martínez Pozo, tuve la digna tarea de dictar más de 100 conferencias en todo el país y en el exterior, sobre Danilo Medina y sus propuestas programáticas.
La conferencia se titulaba «Danilo Medina, el presidente que el país necesita» y en ella hacía un amplio análisis del modelo de desarrollo que Danilo iría a implementar como presidente de la nación.
Uno de los aspectos que trataba era la de su visión sobre el enfrentamiento a la corrupción administrativa y afirmaba, con fe y profunda convicción, que «Danilo Medina hará una revolución moral en la República Dominicana».
Con tan sólo 8 días en el gobierno, esa revolución ya empezó. El pasado martes, el presidente Danilo Medina convocó un Consejo de Ministros, donde presentó un Código de Pautas Éticas para todos los integrantes del gobierno.
Ese código, que fue firmado primero por el propio presidente y luego por todos los ministros y funcionarios designados, es un referente moral y ético con el cual deben actuar en este gobierno todos los que sean parte de él. Danilo dijo muy claro que de ahora en adelante van a hablar los hechos. Y él tiene un compromiso con la honestidad, con la ética, con la moralidad y con la transparencia.
Su historial como dirigente político siempre ha estado apegado a la honestidad, es por eso que a pesar de haber sido diputado en tres ocasiones, presidente de la Cámara de Diputados y dos veces ministro de la presidencia, nunca ha estado ni ligado ni vinculado a ningún acto de corrupción. Todos los sectores del país han saludado la adopción de este código de pautas éticas, pero algunos tienen recelos en lo que sería su aplicación.
Quienes conocemos de cerca a Danilo sabemos muy bien que es un hombre de acción y de convicción, que cuando establece una regla es para que se cumpla, que fiscaliza de manera personal el cumplimiento de las reglas que dispone y que no le tiembla el pulso para actuar con firmeza y justicia ante las cosas incorrectas.
Al presentar el código de pautas éticas ante el Consejo de Ministros, Danilo dijo que ya es hora de que se borre con los hechos la imagen de que todo el que va al Estado es un corrupto, que es necesario que se adecente el ejercicio de la política y la conducción del Estado.
Mirando el rostro de manera directa a cada uno de los presentes les dijo: «Ustedes todos son mis amigos, trabajaron por mí, los quiero, los estimo, los valoro, pero si van a estar conmigo en el gobierno tienen que hacer las cosas bien. El ministro o funcionario que no pueda vivir honestamente con el dinero que gana, debe renunciar e irse al sector privado. Ustedes son mis amigos, pero no me temblará el pulso para, sin cometer ninguna injusticia, destituir y someter a la justicia si fuera necesario, al que no haga las cosas correctamente».
Ese que habla así es el Danilo Medina de siempre. Es quien ha iniciado con su propio ejemplo el camino de la revolución moral y ética en la política y en la administración pública.
Porque unido al código vino también un decreto que elimina las tarjetas de crédito, los banquetes y recepciones exorbitantes, los obsequios, los gastos de representación abusivos, los carros lujosos y el dispendio de combustibles, el uso personal de los bienes del Estado y las mafias en las compras y contrataciones del gobierno.
Con ese código y ese decreto Danilo, como lo prometió en la campaña, ha empezado a «hacer lo que nunca se hizo».
Euri Cabral
Es Economista y Comunicador
euricabral07@gmail.com