Si hubiera ocurrido en Estados Unidos la súper explosión de la madrugada del sábado 25 de agosto en la Refinería Amuay, en ciudad Punto Fijo, estado Falcón, República Bolivariana de Venezuela, con un saldo de al menos 48 seres muertos y tres decenas de heridos, ¿Se imagina usted a Barack Obama candidato en campaña (no presidente), cantaletear arrogante al mundo que la tragedia, junto con otros hechos, refleja la ineficacia y la politiquería del gobierno?
O, en inocultable regodeo con la sangre de trabajadores muertos, burlarse de la inteligencia del mundo con esta frase tenebrosa: “Cuando las cosas no se hacen bien, o con responsabilidad (…), ahí las consecuencias. Los estadounidenses no tenemos por qué pagar las consecuencias de la ineficacia de quienes gobiernan”
Jamás de los jamases. Pero tampoco lo diría su rival, el atrasadísimo enemigo de los latinos Mitt Romney, que es mucho decir. Son reproches que salen caros en la opinión pública de EE.UU.
Eso solo puede decirlo a venezolanos y venezolanas, un político de la catadura del empresario y candidato presidencial Henrique Capriles, en su afán por minarle la popularidad a un contendor que parece imbatible de cara a las elecciones del 7 de octubre: el presidente Hugo Chávez Frías.
A este minuto, el candidato conservador ha dado sobradas muestras de su mal corazón, de que es un tipo sin hiel, nada patriota ni solidario; inhumano hasta el fondo. Sin embargo, esta metida de pata debería ser su final como sujeto digno de alguna atención pública. El mundo, no solo toda Venezuela (incluidos sus seguidores), debería excomulgarlo, borrarlo de su mapa en tanto sería un peligro público si ganara la presidencia. Inclusive para el poder estadounidense. Por lo que habla, se ve que es un hombre de pensamiento alborotado, oportunista y morboso, y eso no es lo que demanda la complejidad social de hoy.
Su reacción resentida aparece en los dos últimos párrafos de una historia sobre el suceso escrita y comercializada por la agencia EFE, y publicada este 27 de agosto por noticiassin.com, de República Dominicana. No sé por qué esta perversidad fue relegada a un final que casi nadie leerá. Quizás por vergüenza o por protegerlo de una andanada de rechazos que dure hasta que él mismo se considere como un idiota, indigno, que no merece vivir porque no sirve más que para la maldad.
Por desaguisados como el citado, una vez más apuesto por el señor Chávez; como una vez más favorezco a Mr. Obama. Sus contrincantes, Capriles y Romney, son unos trucutú enemigos del desarrollo de nuestros pueblos; dos caprichosos que deberían ser declarados personas no gratas en cuanto nos visiten siquiera en sueño.
Tony Pérez
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