Tienes un accidente y acudes al centro más cercano, en esos momentos no piensas si es público o privado, lo que piensas es salvarte la vida o salvar la vida de alguien.
He vivido la muerte de cerca, ver a niños y niñas, mujeres y hombres de todas las edades, morir por llegar a un hospital público en República Dominicana que al ver la gravedad tienen que ser trasladados a una clínica privada, y ver con pesar que la primera pregunta es: ” tienen dinero?”. Cuando estábamos en la universidad estudiando medicina no nos enseñaron eso, nos enseñaron que lo primero era el paciente. Lo segundo y lo único importante el paciente, porque eso tiene un nombre, es un derecho humano, incluso es penado por ley la negación de atención, de auxilio.
“El artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos asegura que “toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud…”
Por su parte, la Constitución de la Organización Mundial de la Salud afirma que “el goce del grado máximo de salud que se pueda lograr es uno de los derechos fundamentales de todo ser humano”.
“Además, los grupos vulnerables y marginados de las sociedades suelen tener que soportar una proporción excesiva de los problemas sanitarios cuando todas las personas deben poder ejercer el derecho a la salud, sin discriminación por motivos de raza, edad, pertenencia a grupo étnico u otra condición. La no discriminación y la igualdad exigen que los Estados adopten medidas para reformular toda legislación, práctica o política discriminatoria.”
Cuántas muertes más tenemos que ver de forma injusta, porque eso no es muerte natural, eso es un homicidio en toda regla, es decir un delito. Y no es cierto que si no tienes dinero no te pueden atender en una clínica. Los y las médicas tenemos el deber de atender al paciente, estabilizarlo y luego se decide, pero nunca se niega la atención; para eso no nos formaron, nos formaron para trabajar con personas, no con máquinas o con cuentas bancarias.