Desde pequeños comenzaron a ser buenos amigos, pero era notoria la diferencia entre ambos, uno de ellos era muy simpático, meloso y zalamero con los demás, de lo que hacía alarde, mientras que el otro era introvertido, de carácter reservado y humilde, pero convivían juntos y eran bien alimentados. Ambos recibían el nutritivo sustento servido por órdenes del dueño de la granja, que siempre esperaba, con anhelos, dos importantes fechas de fin de año, el Día de García y la Navidad, para obtener pingües ganancias con la venta de sus pavos.
Los dos pavitos, nombrados, cariñosamente, Palomita de Maíz y Caramelo, concitaban la atención de sus compañeros, porque a pesar de la diferencia de carácter, aspiraban algún día ser padrotes de una importante granja de cría de ese tipo de aves. Cada fin de años, tanto Palomita de Maíz, Caramelo y sus demás congéneres, caían bajo un estado depresivo, por la gran cantidad de compañeros que desaparecían, pero se enteraron que lo que pasaba era que servían de bocados a los comensales e invitados a las cenas durante los festivos días de Acción de Gracias y Navidad. Para ellos es imposible librarse de tan «trágico» destino.
Previamente a esas fechas, Palomita de Maíz y Caramelo, oyeron como los granjeros escogían a sus compañeros, los llevaban a la zona de sacrificio, eran decapitados, despojados de su plumaje, patas y vísceras, luego empacados con una cubierta de plástico, colocados en un cuarto frigorífico, a baja temperatura y llevados a los mercados para su comercialización. En la granja no era extraño ver a los viejos pavos, consolando a los que habían perdido a sus compañeros y familiares que, durante mucho tiempo, convivían con ellos, picando el alimento especial que los granjeros le suministraban, ignorando que los más glotones corrían la peor suerte que los que se abstenían de comer mucho.
Pero llegó el día de Acción de Gracia, y la Casa Blanca necesitaba un pavo, pero por obra de la casualidad había que elegir entre Palomita de Maíz y Caramelo, para celebrar una tradición de años, consistente en dejar libre en esa fecha, a una de esas aves, para evitar ser convertida en alimento para la cena de esa fecha. La suerte le tocó a Palomita de Maíz, siendo desechado Caramelo, que se creía muy seguro de su victoria. El pavo escogido, fue llevado ante la presencia del Presidente Barack Obama, quien estaba acompañado de una de sus dos hijas, y de algunos funcionarios.
Palomita de Maíz, con su acicalado y brillante plumaje blanco, cuando fue llevado ante el gobernante norteamericano, lucía algo nervioso, tembloroso y, sin querer, soltó una descarga intestinal, al ver tanta gente a su alrededor, pero luego se calmó.
El pavo, ya adulto y muy llamativo para ser ingerido, ignoraba lo que podría ocurrirle en ese momento, pero grande fue su sorpresa cuando en un breve ceremonial, fue dejado libre por el Presidente Obama para que su destino fuera terminar su vida en una granja, y no ser sacrificado, horneado y degustado por alguna familia, durante la cena del festivo Día de Gracia. Mientras que Caramelo, que se creía que por sus méritos, de simpático, meloso y zalamero, iba ser escogido, maldijo su mala suerte, porque el Día de Gracia, para él se convirtió en un día de desgracia