Estoy triste. La tristeza ha invadido mi ser; tiene prisionera mis actitudes y acciones, mi picara alegría, mi sonrisa abierta y espontanea, mis sueños y esperanzas ¡no puedo liberarlos! No hay forma de expulsar la tristeza de lo íntimo de mi ser; ha arropado mi esencia y se ha congelado; me mantiene pensativa, con la risa apagada.
¿Qué es la tristeza? Es una cualidad, estado o sentimiento que afecta el YO interior del individuo; el termino se aplica a las personas que se sienten sin ánimo, más bien, inclinadas a llorar por sus propias pesadumbres o las ajenas. Diría que la tristeza tiene que ver con dolor e impotencia. Penetra y te sumerge en quietud, silencio, tiende a aislarte. ¡No se debe descuidar! ¡hay que combatirla!
¿Qué genera tristeza? Hay varias fuentes, dentro de ellas: partida hacia la eternidad de seres queridos; impotencia de resolver problemas personales y nacionales; alguien del núcleo de afectos que conoce nuestros sentimientos hermosos e inesperadamente, los hiere o golpea; descargas negativas en la sociedad, esto es, acontecimientos sociales o políticos cargados de antivalores, que deforman el alma de la población, fomentando la pobreza, impidiendo la justicia social; la impotencia de detener poderosos que esgrimiendo la ambición, la demagogia, la mentira, utilizan los pobres y mal orientan la juventud. Ellos entristecen.
¿Qué efectos produce la tristeza? Quita ánimo, conduce a un decaimiento profundo que puede llevar a la depresión y cosas peores; mueve al llanto, aunque llorar de alguna forma, alivia.
¿Cómo liberarse de la tristeza? Cuando la generan personas del núcleo de afectos, ayuda dialogar, mantenerse sereno, paciente, seguir con actividades rutinarias; en los casos de eventos sociales, alivia hacer catarsis, sacar la inquietud de alguna forma, contribuir a que impere la justicia social. Para todos los casos, hay profesionales, pero lo más efectivo es pedir a Dios ¡con fe! para que ilumine y cambie el comportamiento de los que hacen daño.
La tranquilidad de conciencia tiene el mágico encanto de dar fuerza y calor a la tristeza, la derrite, salen las lágrimas; primero las lágrimas desgarradoras y luego las consoladoras; comienza a volver la luz, la paz, la alegría; aunque quede la penita de saber que hay persona, dirigentes, en los que confiamos, capaces de defraudarnos.
Con el tiempo, la verdad brota; viene la calma. Es posible que de algún rinconcito emanen recuerdos tristes, pero sin fuerza, más bien, como una ligera señal para recordar “no temas, Dios está contigo”, sabe cómo iluminar los confundidos y enseñarlos a reconocer sus errores; sabe cómo descongelar la tristeza, ayudándote a convertirla en una lluvia de amor y bendiciones para la humanidad.