En la víspera del discurso del Presidente Fernández para anunciar austeridad en medio de la crisis del petróleo, emitido la noche de este 17 de marzo, el nuevo rector de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, Mateo Aquino Febrillet, ha dispuesto acciones dignas de absoluta atención mediática que, sin embargo, han pasado como agua que lleva el río, quizás porque copan la atención el barullo de la convención del PRD, la tensión económica nacional y los temblores de tierra.
Ha ordenado limitar el uso de los vehículos de la academia a los días laborales, así como la distribución racional del combustible. Y se ha propuesto aumentar los ingresos a través de actividades propias y de padrinazgos empresariales, antes de apelar al Gobierno para que incremente la asignación presupuestaria.
Podrían ser catalogadas por opinantes como una fruslería más parida por la demagogia vernácula, si se dejaran guiar por los recurrentes antecedentes de funcionarios estatales que solo “siembran” en los periódicos y en los medios electrónicos porque asumen a los públicos como chiqueros de idiotas.
Debería de ser, empero, todo lo contrario: que los medios le tomen la palabra a esta autoridad, y que le ayuden con una vigilancia permanente que trascienda las loas y la publicación de las simples notas de prensa propias de Relaciones Públicas.
Aunque la academia se ha ganado muchos enemigos gratuitos que han minado su imagen, la coyuntura aconseja un cambio de actitud a partir de la voluntad de transparencia que ha anunciado su Rector. Porque no se trata de un quiosco de venta de perros calientes como la han asumido algunos de adentro y de afuera, sino de una mega universidad (unos 180,000 estudiantes) que administra unos 4 mil millones de pesos por año; dinero que sale de los bolsillos de los contribuyentes.
Ese monto es a todas luces insuficiente, pese a la atención especial sin precedentes que han prestado los tres gobiernos presididos por Leonel Fernández. Para muchos analistas parece, no obstante, demasiado dinero, y las causas principales de esta percepción hay que buscarlas en el derroche, la desatención a las prioridades y en los magros resultados que, en los últimos años, han exhibido las autoridades universitarias.
Con un presupuesto pobre que depende en un 92 por ciento de los poderes Ejecutivo y Legislativo, y una demanda tan alta de servicios, con decenas de aulas hacinadas, atestadas de estudiantes, con butacas escasas y en mal estado, pizarrones antiguos que avergüenzan, sin sillas ni mesas para los docentes, baños fétidos y sin agua, con altos niveles de incertidumbre, cada mes, para pagar los salarios del personal, lo menos que debería hacer un rector de la UASD es no confrontar a su empleador, el Gobierno; ni fomentar la vagancia, ni utilizar la pobre asignación para vender su propia imagen, ni impulsar aspiraciones políticas personales ni pasarse la vida viajando con escasísima retroalimentación para la institución (600 días de 1095 que dura la gestión, a razón de 1,000 dólares por día).
Y Aquino Febrillet ha pedido licencia de sus funciones como dirigente del PRD, ha dicho que viajará poco, que quiere gente de trabajo a su lado y ya ha dado muestras de su voluntad de restablecer las relaciones con el Gobierno, que muy laceradas están…
Solo habrá que esperar a ver si resiste la presión de la plaga de adulones, chismosos y vagos que domina el ambiente y que a otros han sepultado.
Un voto de confianza.