Cuando la presa de Valdesia fue terminada e inaugurada en el año 1976, a un costo de 46 millones de pesos, ni siquiera el propio presidente Joaquín Balaguer podía imaginarse que 15 años más tarde esa presa comenzaría a suministrar la tercera parte de los 420 millones de galones de agua que diariamente recibe la creciente ciudad capital, pues si Balaguer se lo hubiese imaginado, también hubiese propuesto y ejecutado una presa igual sobre el río Haina, y de esa forma, en lugar de trasvasar agua desde la cuenca del río Nizao hasta la ciudad capital, habría tomado el agua desde un embalse tangencial al borde occidental de la capital, por ser el río más cercano y más indicado para abastecer el agua requerida por el extremo occidental de nuestra capital, y porque la presa de Valdesia fue diseñada y construida para producir 54 MW de energía hidroeléctrica y para suplir las necesidades de riego de las provincias Peravia y San Cristóbal, pero Valdesia no fue construida para suplir parte del agua que consumimos en Santo Domingo.
La capital ha crecido bastante, y va a seguir creciendo porque la tendencia normal de una capital es a crecer por concentrar parte importante de las oportunidades laborales, formales e informales, que atraen a miles de personas desde todo el interior del país, y fruto del crecimiento poblacional crece la demanda de agua potable en la capital, por lo que es obligatorio hacer crecer la oferta de agua en las redes de distribución, pues, si esa oferta no crece, entonces se produce un déficit que obliga a un suministro sectorial alterno hasta que se instalen fuentes confiables que puedan suplir ese incremento de la demanda, porque está claro que ya la presa de Valdesia no es suficiente para Santo Domingo, San Cristóbal y Peravia simultáneamente, por lo que estamos obligados a construir una presa sobre el río Haina, similar a la presa de Valdesia, y cada día que demoremos en tomar la decisión implicaría encarecimiento del costo de construcción y agudizamiento de crisis sectoriales por déficit en el suministro de agua potable a la población.
Hay que recordar que las graves sequías que la República Dominicana ha sufrido en los últimos años no han llegado al nivel de crisis sociales gracias a que tenemos 34 presas que nos garantizan 2,500 millones de metros cúbicos de agua almacenada, volumen de agua que es suficiente para los acueductos y los canales de riego, pero si no tuviéramos esas presas la gente hubiese tenido que hacer largas filas para conseguir agua durante las sequías, ya que los productores agrícolas de Peravia saben muy bien que en muchas sequías se les ha limitado el acceso al agua de riego porque el agua disponible en la presa de Valdesia no era suficiente para acueductos y sistemas de riego simultáneamente, y los productores de arroz saben muy bien que en diciembre de 2018 no se les autorizó la tercera siembra de arroz porque no había agua suficiente para riego por inundación, lo que implica que la República Dominicana tiene que construir presas en cada río del país porque es la única forma de garantizar la sostenibilidad del suministro de agua a la sociedad.
Todos debemos estar conscientes de que con el efecto del cambio climático, y con la severa contaminación ambiental cloacal de los ríos, cada día tendremos más limitaciones de acceso al agua potable, pero al mismo tiempo, con el crecimiento poblacional, cada día tendremos más y más gente demandando agua potable, y eso debe motivar a todos nuestros gobiernos a estudiar todos los posibles sitios de presas para incluir presas en sus agendas y en sus presupuestos, porque, en el futuro, las regiones que no tengan presas no tendrían agua durante las largas sequías que vendrían en el Atlántico por el efecto de El Niño, por lo que Santo Domingo requiere con urgencia una presa sobre el río Haina para almacenar las lluvias de las vaguadas, tormentas y huracanes, y así garantizar 6 metros cúbicos de agua por segundo para el extremo occidental de la capital, y esa decisión ya no se debe postergar.
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