La uve de la UASD y el valor de la imagen

Evidente que el tabloide vespertino sensacionalista El Nacional le hizo muecas a la ética periodística cuando el miércoles 8 de diciembre desplegó con ácida crítica en su primera página un facsímile de un certificado con un “error ortográfico”, expedido por la Universidad Autónoma de Santo Domingo a favor de una estudiante cuyo nombre quiso reservar para proteger su estatus.

Pienso que solo con dedicar un par de minutos para dudar de la buena intención de la proveedora del documento y examinar el hecho y sus consecuencias, el prestigioso rotativo habría evitado una explosión de la opinión pública sobre una base falsa, un incómodo desmentido de los afectados apenas horas después de la publicación y, como resultado, un daño a la imagen de la UASD y a la suya propia.

Ha fustigado que en el timbre del certificado escribieran unibersidad en vez de universidad, sin que nadie –precisa– lo advirtiera en la más vieja academia del nuevo mundo. Y lo ha hecho cuando aún arde el caldero político del 4 por ciento para la educación, lo cual da coyuntura a la denuncia aunque sea infundada.

La inobservancia del diario fue pueril, en tanto principios elementales de artes gráficas ayudan a entender que cuando en Word se asume el “Old english text”, la labiodental de referencia lleva el diseño que algunos, incluidos el periódico y otros opinantes ligeros, han confundido como labial.

Y ese desliz, en apariencia sencillo, ese no averiguar (prohibido a los periodistas) –comenté a estudiantes de comunicación que me preguntaron–, provocó un daño impagable. Está demostrado que ni el reconocimiento del error cometido ni la rectificación pública, recogerán ahora el aceite derramado, dada la transitoriedad de los públicos mediáticos. Mucho menos si el medio retuerce el derecho del afectado a ser resarcido con justedad, rutina en nuestro país. .

Ahora preguntémonos por qué le pasa eso a la UASD con tanta facilidad y no a la recua de privadas (la grandísima mayoría) que actúa como “chivo sin ley”. Por culpa de ella misma, creo.

Esta institución estatal es tan vulnerable e indefensa como un niño de teta. Por eso todo el que necesita desahogar sus rabias la usa como sambá. Luce gastada, cansada; no tanto por las carencias económicas como por la mala fe y las diatribas internas agitadas por la politiquería, la vagancia y el oportunismo. No hay cosa más fácil de noquear que un boxeador exhausto.

Su imagen pública y su identidad están muy deterioradas y pocos indicios de cambio favorables hay, dado el viejo carácter entrópico de ella como sistema; mismo que frena iniciativas académicas mientras pare populismo y clientelismo como una coneja. El uso indiscriminado de tipos de letras conforme el gusto de cada quien es solo una muestra de caos, pues los colores, la divisa, el logo y el texto de su nombre constituyen su identidad. Deberían por tanto ser iguales para todo el mundo.

Es que ella no ha podido siquiera entender y empoderarse de una  visión de comunicación institucional global regida por un diagnóstico. Desde siempre ha optado por dispersar recursos en acciones comunicacionales aisladas que solo benefician a una plaga de individuos internos y externos que la asumen como una vaca lechera con ubre de miel, cual parcela política de poca monta en un sector de menesterosos.

Así, cuando le estallan las crisis, le queda como mucho el camino de una pobre defensiva y la cosecha de más descrédito.

Entiendo, de cualquier manera, que en vez de ahogar las penas por el guantazo a su parte baja dado por El Nacional, sería más saludable aprovechar la oportunidad para replegarse y repensarlo todo para construir una institución fuerte, con puños de acero. Porque alguna luz debería brotar de la oscuridad. Como repetía un amigo en sus momentos de buen humor y cigarrillos: ¡Digo yoooo, que no sé de leStra!

tonypedernales@yahoo.com.ar