Un saludo a todos mis querido lectores.
Siempre digo que soy Diácono de la Iglesia Católica, aunque estoy seguro que la mía es la mejor. Creo que hay errores dentro de la misma, pero los católicos no somos perfectos ni los cristianos tampoco, somos perdonados.
Leí hace tiempo algo que quiero compartir con ustedes; y dice así: Un hermano cristiano separado se acercó a un campesino que estaba plantando un árbol de melocotones. Tras saludarle, le pregunto si había escuchado el sermón de su párroco el domingo anterior en la Misa dominical. El labrador dijo que sí y que le gusto mucho porque había sido una exhortación a reconocer a la Virgen María, como madre nuestra. Entonces el hermano separado respondió con palabras de menosprecio sobre el culto a la virgen.
Lo que el labrador, sereno, le interrumpió: ¿Le gustan a usted los melocotones? Si… claro que si… ¿Pero a qué viene eso ahora?
Lo comprenderá enseguida. Quien quiere a los melocotones tiene que querer también su madre que es árbol que da los frutos, quien ama el fruto tiene que amar a la Madre, correcto. E igualmente, quien de verdad ama al Hijo no puede despreciar a la Madre, quien ama bien al Señor, por fuerza tiene que amar y venerar a la Virgen.
El hermano separado no supo qué responder al sencillo pero acertado y piadoso argumento.
Termino con esta lectura tomada de los Hechos de los Apóstoles, Capitulo 1, Versículos 14, que dice: “Todos ellos se dedicaban a la Oración en común, junto algunas mujeres, además María, la Madre de Jesús, y sus parientes”.
Hasta la próxima y muchas bendiciones para todos.
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