El caso del “Sobrino de Monchy” (para la vergonzosa crónica de nuestro atraso) ha sido bandereado por todas partes: por las tibias fiscalías (tibias según sea cada quien); por los tribunales no menos tibios (por las mismas razones); por los editoriales y columnas de los diarios y las redes sociales (donde los sentimientos de la sociedad han sido implacables). Pero han faltado dos preguntas. Una a Andrés Navarro: ¿Este sujeto sigue ocupando su jugosa botella en el Consulado de Nueva York? Y otra al tío Monchy: ¿Sigue su sobrino ocupando otra botella en la Policía Nacional? (Apuesto a que nadie va a responder).
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