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Las increíbles historias de 10 mujeres íconos del feminismo de todos los tiempos

Desde Marie Curie hasta María Elena Walsh, de Simone de Beauvoir a Betty Friedan, historias de mujeres defensoras de la igualdad de género

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REDACCIÓN.- Desde Marie Curie hasta María Elena Walsh, de Simone de Beauvoir a Betty Friedan, historias de mujeres defensoras de la igualdad de género

1. Marie Skłodowska Curie (Polonia, 1867-1934)

En Polonia las mujeres no podían estudiar, pero Marie lo hizo clandestinamente. Cuando cumplió 24 años emigró a París: allí terminó sus estudios en Física en La Sorbona donde conoció a Pierre Curie con quien se casó. En equipo, junto a él y al profesor Henri Becquerel ganaron el Nobel de Física en 1903 por sus investigaciones en radiactividad. Pero sólo fueron nominados Pierre y Henry. Luego de pelear, finalmente incluyeron a Marie. Fue la primera mujer en ganarlo.

Cuando Pierre murió atropellado, Marie cayó en una profunda depresión. Al tiempo ocupó la cátedra de Pierre en La Sorbona y se convirtió en la primera mujer profesora.

El romance con el físico Paul Langevin fue un escándalo. Resulta que Langevin estaba casado y la esposa descubrió las cartas que se enviaban y las publicó en los diarios. Para entonces, Marie había ganado su segundo premio Nobel, ahora en Química (1911). Le sugirieron que no fuera a usar el premio, a lo que ella respondió: «(…) El Premio fue otorgado por descubrir el radio y el polonio. Creo que no hay relación entre mi trabajo científico y mi vida privada».

Fue la primera persona en ganarlo dos veces. Su hija Irene también ganó uno.

2. Sor Juana Inés de la Cruz (México, 1651-1695)

Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana es Sor Juana Inés de la Cruz porque se ordenó monja. Fue el atajo para ser escritora. Enclaustrada, se dedicaba a la reflexión y la escritura sin que se le demandara lo que a todas: casarse e hijos.

Cuenta la leyenda que aprendió a escribir a los 3 años y que fue su hermana quien le habría enseñado. Desafió los privilegios de los hombres y se convirtió en una de las escritoras más importantes de su tiempo.

El obispo de Puebla consideró que Sor Juana escribía cosas mundanas y que debía concentrarse más en temas religiosos. La contestación llegó en letras. ‘La Respuesta a sor Filotea de la Cruz’ es un manifiesto que defiende el derecho de la mujer a la educación. «(…) Pues ¿qué os pudiera contar, Señora, de los secretos naturales que he descubierto estando guisando? Veo que un huevo se une y fríe en la manteca o aceite y, por contrario, se despedaza en el almíbar; ver que para que el azúcar se conserve fluida basta echarle una muy mínima parte de agua en que haya estado membrillo u otra fruta agria; ver que la yema y clara de un mismo huevo son tan contrarias, que en los unos, que sirven para el azúcar, sirve cada una de por sí y juntos no. Por no cansaros con tales frialdades, que sólo refiero por daros entera noticia de mi natural y creo que os causará risa; pero, señora, ¿qué podemos saber las mujeres sino filosofías de cocina? Bien dijo Lupercio Leonardo, que bien se puede filosofar y aderezar la cena. Y yo suelo decir viendo estas cosillas: Si Aristóteles hubiera guisado, mucho más hubiera escrito (…)»

 3. Mary Wollstonecraft (Reino Unido, 1759-1797)

Hija de un padre golpeador y una madre golpeada, Mary se hizo cargo de la educación de sus hermanas. Alcohólico y ludópata, don Wollstonecraft despilfarró el dinero de la familia.

En diciembre de 1792, luego de haber trabajado como institutriz y haber creado un escuela para mujeres junto a una amiga y a una de sus hermanas se mudó a Francia. París ardía con la Revolución Francesa y ella quería estar. Había escrito su obra cumbre: Vindicación de los derechos de la mujer. «¿Quién ha decretado que el hombre es el único juez cuando la mujer comparte con él el don de la razón? Este es el tipo de argumentación que utilizan los tiranos pusilánimes de toda especie, ya sean reyes o padres de familia […] Pero si las mujeres deben ser excluidas sin tener voz ni participación en los derechos naturales de la humanidad, demostrad primero, para así refutar la acusación de injusticia y falta de lógica, que ellas están desprovistas de inteligencia […]

Cinco años antes, en Reflexiones sobre la educación de las hijas (1787) animaba a las madres a enseñar a sus hijas a que pensaran por ellas y en ellas. Algunos la llamaron «la hiena con faldas».

Decía que no deseaba que las mujeres tuvieran poder sobre los hombres, sino sobre ellas mismas. Murió a los pocos días de dar a luz a su segunda hija, Mary.

4. Rosa Luxemburgo (Imperio Ruso, 1871 – Alemania, 1919)

 Nació en la Polonia rusa, en Zamość, un pueblo muy pequeño. Tardó muy poco en darse cuenta que desde su lugar la lucha por sus ideas marxistas no tendrían mayor alcance. Había que ir a Alemania: allí estaba el Partido Socialdemócrata (SPD).

Junto a su amiga Clara Zetkin -creó el movimiento de liberación femenina y fue directora del periódico Die Gleichheit (La igualdad, en alemán)- en 1907 participaron de la Primera Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, en Alemania. Allí se aprobó la obligatoriedad de los partidos socialistas a luchar por el sufragio femenino en todo el mundo.

En la Segunda Conferencia (1914) se opuso a la Primera Guerra. Allí se estableció el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer, en honor a las 129 trabajadoras que murieron carbonizadas en un incendio -se cree fue intencional- en la fábrica Triangle Waist Co. de Nueva York. Reclamaban mejores salarios y jornadas de trabajo de no más de 10 horas.

Mientras escribía, quedaba presa, salía, publicaba artículos y volvía a quedar presa, se negó a la división femenina del partido. Dicen que temía que sus compañeros varones utilizaran eso para desplazarla de la dirección.

Muchos de sus trabajos hablan del feminismo que consideraba burgués. «El voto femenino aterra al actual Estado capitalista porque tras él están los millones de mujeres que reforzarían al enemigo interior, es decir, a la socialdemocracia. Si se tratara del voto de las damas burguesas, el Estado capitalista lo considerará como un apoyo para la reacción. La mayoría de estas mujeres burguesas, que actúan como leonas en la lucha contra los ‘privilegios masculinos’, se alinearían como dóciles corderitos en las filas de la reacción conservadora y clerical si tuvieran derecho al voto. Serían incluso mucho más reaccionarias que la parte masculina de su clase».

El 15 de enero de 1919 un grupo de Freikorps (paramilitares alemanes) la asesinó. Atado a unos sacos con piedras, su cuerpo fue arrojado al río Spree. Fue encontrado un tiempo más tarde, luego de haber naufragado durante meses por los canales de Berlín.

5. Julieta Lanteri (Italia, 1873-Argentina, 1932)

Tenía 6 años cuando dejó Italia y llegó a Argentina. Consiguió ser admitida en el Colegio Nacional de La Plata en 1886 y fue la primera mujer que egresó. Para el momento que quiso ir a la Universidad, otro escollo: la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires no aceptaba mujeres. Presentó un recurso ante el decano y se recibió de farmacéutica en 1898. En 1906 se convirtió en la quinta médica argentina.

En 1904, junto a Cecilia Grierson, fundó la «Asociación de Universitarias Argentinas» y organizó el Primer Congreso Femenino Internacional en 1910, durante el centenario de la Revolución de Mayo. También fue parte de la Liga contra la Trata de Blancas y propuso igualdad salarial de las trabajadoras y 30 días de licencia después de dar a luz.

Cuando en 1911 la Municipalidad de Buenos Aires convocó a una actualización del padrón electoral ella vio la oportunidad. Llamaban a «ciudadanos residentes en la ciudad que tuvieran un comercio o industria o ejercieran una profesión liberal y que pagaran impuestos». Julieta votó tres décadas antes de que se permitiera el voto femenino, en 1947. Fue el primer voto femenino del país y de América latina.

En 1919, otra vez echando mano a los huecos de la ley, se postuló como candidata a diputada. «La Constitución emplea la designación genérica de ciudadano sin excluir a las personas de mi sexo. La ley electoral no cita a la mujer en ninguna de sus excepciones». Le dieron la razón y así fue que se transformó en la primera mujer candidata en la Argentina, aunque ella no pudiera votar.

En 1930 comenzó a recibir amenazas anónimas. En febrero de 1932, un partidario de la legión Cívica Argentina (el único existente ya que sólo ése permitió el dictador José Félix Uriburu) la atropelló con su auto. A los 58 años, Lanteri falleció dos días después.

6-Paulina Luisi (Uruguay, 1875-1949)

Hija de un italiano y una polaca y entre 7 hermanos, creció en una casa de maestros. En 1899 obtuvo el título de bachiller y se convirtió en la primera mujer en lograrlo. En 1908 de nuevo fue primera: hizo historia al recibirse en la Facultad de Medicina de la Universidad de la República. Así quebró el modelo de «mujer de su casa» y abrió el camino de la mujer universitaria.

Fue la primera delegada femenina de un gobierno América Latina en la Liga de las Naciones, antecesora de la ONU. En 1916 fundó el Consejo Nacional de Mujeres y tres años más tarde, la Alianza de Mujeres.

En 1917 creó y editó la revista Acción femenina y enseñó sobre salud y sexualidad.  Contra quienes la consideraban anarquista y revolucionaria se involucró en política. Fue una de las fundadoras del Partido Socialista de Uruguay y creó los primeros dos sindicatos femeninos de ese país: la Unión de Telefonistas y de Costureras.

El primer país de América Latina en aprobar el sufragio femenino fue Uruguay. Lo logró en 1938. Paulina, fundadora del feminismo uruguayo, fue un pilar.

7- Elvia Carrillo Puerto (México, 1878, 1968)

Fue una de las más grandes activistas por los derechos de la mujer en México y porque era parte del Partido Comunista Mexicano la llamaron «La monja roja del Mayab» (Mayab es Yucatán en idioma maya).

Su conciencia crítica llegó muy temprano: sus compañeros de colegio, mayas, no tenían los mismos derechos que otros. Su conocimiento de la lengua maya y el castellano le serviría muchos años después para acercarse a las mujeres más sometidas de Yucatán. Rita Cetina Gutiérrez fue su maestra y de su mano le llegaron las historias, vida y lucha de Victoria Woodhull y Mary Wollstonecraft.

En 1912 creó la primera organización de campesinas para luchar por la igualdad de derechos en la distribución de las tierras. Entonces, sólo se les tenía permitido ser esposas y amas de casa.

En 1923, cuando su hermano Felipe Carrillo Puerto era gobernador de Yucatán, Elvia, junto a Beatriz Peniche y Raquel Dzib Cícero hicieron historia al transformarse en las primeras tres mujeres elegidas diputadas municipales por el Partido Socialista del Sureste. Fueron diputadas cuando aún las mujeres no tenían derecho a votar. No duró mucho: su hermano fue asesinado y ella, amenazada de muerte. Escapó.

La lucha la continuó desde la Liga de Acción Femenil y las Ligas de Resistencia Feministas. Peleó por la alfabetización y lo impensado: el control de la natalidad. Quería que la mujer pariera los hijos que deseaba y era capaz de criar.

En 1953 México reconoció a las mujeres su derecho al voto. Elvia tenía 75 años.

8-Virginia Woolf (Reino Unido, 1882-1941)

Su apellido era Stephen, adoptó Woolf cuando se casó, en 1912, con el historiador y economista Leonard Woolf. Junto a él fundó la editorial Hogarth Press, que publicó a T. S. Eliot y Ezra Pound.

Ella y su obra literaria pateaban las normas sociales de la Inglaterra de principios del siglo XX al fumar cigarros y sostener que «la femineidad y la masculinidad puras son propias de gente inferior». Aunque vivió su romance con la poeta Vita Sackville-West, según las investigadoras Susan Sellers y Jane Goldman, se autocensuró bastante porque estaba cansada de la crítica. «Woolf era mucho más radical, feminista y definitivamente más lesbiana que lo que conocemos».

Una habitación propia (1929) fue una de sus obras más significativas. Allí rescata que la mujer, para poder escribir necesita dinero y un lugar tranquilo.

Miembro destacada del grupo de Bloomsbury –junto a Bertrand Russell, Lytton Strachey, Katherine Mansfield, entre otros- fue una de las novelistas más importantes del siglo XX y precursora en la lucha de la igualdad de género para el acceso a la educación y la independencia económica.

A la depresión la llamaba «demonios azules». Se suicidó en 1941 arrojándose al río Ouse, en Rodmell, al sur de Inglaterra.

9- Victoria Ocampo (Argentina, 1890-1979)

Fue traductora, ensayista y escritora cuando traducir, ensayar y escribir era «cosa de hombres». Fue la primera mujer en conducir un automóvil (y recibir los gritos de «machona» por ello), la primera en fumar en público y la primera en ser elegida miembro de la Academia Argentina de Letras.

Fundó la revista Sur y fue presidenta de la UMA (Unión de Mujeres Argentinas). En 1935 encabezó una campaña contra la reforma del código civil. El cambio propuesto inhibía a la mujer casada para administrar sus propios bienes y autorizaba a los hombres a anular el matrimonio si comprobaban que su mujer no era virgen la noche de bodas. Para trabajar, la mujer debería tener un permiso firmado por el marido.

Sobre ella, dijo Jorge Luis Borges: «En un país y en una época en que se creían católicos, tuvo el valor de ser agnóstica. En un momento en que las mujeres eran genéricas, tuvo el valor de ser un individuo. Que yo recuerde, no discutimos nunca la obra de Ibsen, pero ella fue una mujer de Ibsen. Vivió, con valentía y con decoro, su vida propia. Su vasta obra, en la que abunda la protesta, no condesciende nunca a la queja.»

10- María Rojas Tejada (Colombia 1890-desconocido)

Ser maestra era uno de los pocos trabajos permitidos entrado el siglo XX en Colombia, teniendo en cuenta que en los colegios se les enseñaba a las chicas los oficios de la casa. Hasta que María se resolvió a cambiarlo todo. Había sido educada en Estados Unidos. En 1914 fundó un centro cultural femenino en Yarumal (Antioquia). Fue tan mal visto que se tuvo que ir a Medellín. Lo hizo de nuevo: creó un colegio femenino con educación integral. Y también debió irse, porque la iglesia católica la bloqueó. Entonces se fue a Manizales pero no pudo quedarse: la prensa pidió que no le dieran alojamiento ni trabajo, promovía la «desmoralización» de la sociedad.

¿Nuevo rumbo? Pereira. Allí fundó una escuela mixta y laica, tradujo artículos de feministas de mujeres europeas y estadounidenses y, entre 1916 y 1918, creó y publicó la revista Femeninas, sobre los derechos de la mujer.

Fuente: https://www.infobae.com

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