Domingo Pérez, alias “Minguito”, oriundo de una comunidad rural de una de las provincias fronterizas, es un joven, que terminó su bachillerato y por falta de recursos quedó frustrado su deseo de estudiar agronomía, pero ahora, en contra de su voluntad, está viviendo en la capital, buscándosela, según dijo, como un toro.
La partida de su pueblo, se debió a que fue despedido de la finca donde trabajaba, preparando la tierra para sembradío y ordeñando vacas, y sustituido por uno de los cientos de extranjeros que pululan por esa zona.
Minguito, a quien conocí, por casualidad, me comentó que con ese trabajo, ganaba cinco pesos la hora, con el que mantenía a su madre y dos hermanos, fue despedido sin recibir ningún tipo de compensación, porque el dueño de la finca, contrató a un extranjero, que ni siquiera habla nuestro idioma, para pagarle a tres pesos la hora.
Dijo que nunca quería salir de su campo, pero ahora se encuentra en la capital, y que para no morirse de hambre, está trabajando como delivery en un colmadón. En sus horas libres realiza trabajos como pintor de brocha gorda, y parte de lo que gana lo envía a su familia, viéndose en la necesidad de comer y dormir en el establecimiento comercial para que le rinda el dinero que recibe, añadió.
Este hombre joven, con cierta inteligencia, y de fluida expresión, manifestó que “la situación de los campesinos criollos en esa zona es crítica, porque los dueños de fincas prefieren a los extranjeros, para aprovechar así la mano de obra barata y pagarles bajos salarios. Y que sólo un grupo, de empresarios ricos, se beneficia de los mercados binacionales, mientras que las demás personas que residen en la zona, medran bajo un penoso estado de pobreza extrema”, agregó.
Minguito, un poco incómodo por su injusta cancelación, señaló que “la mayoría de esos extranjeros, son indocumentados y que no se explica por qué las autoridades no adoptan los correctivos legales correspondientes, para buscarle una solución a esa situación que nos perjudica como nación pobre. En Norteamérica los ilegales los deportan, masivamente, a sus respectivos países y nada ocurre”, indicó.
Manifestó que personalmente ha podido comprobar que “en la zona fronteriza existe un desorden, por la entrada descontrolada de extranjeros, por distintos puntos, irrespetando a las autoridades de aquí, y creen que este país es su casa; y que lo grande del caso, es que éstos hablan mal de los dominicanos, se burlan, queman y pisotean nuestra bandera y dicen, a voz en cuello, que están esperanzados de que pronto ondeará en nuestro suelo la bandera de su nación”, añadió.
Otra cosa que admiré de Minguito, es que pese a su absorbente trabajo, saca tiempo y lee periódicos y escucha noticias por radio y la ve por televisión, estando plenamente enterado de lo que ocurre aquí y en otros países, incluyendo el de nuestro vecino, es decir, está bien informado del acontecer mundial y local.
Me sorprendió al decirme que quería hablar del Plan de Regulación, y al respecto manifestó que “es una buena medida adoptada por parte de nuestro gobierno, pero casi infuncional, en vista de que las autoridades vecinas, se interesan poco en dotar de actas de nacimiento a sus connacionales, a fin de cambiar su status migratorio de ilegales, por los que viven bajo la condición de apátridas, tanto aquí como en su propio país”.
Me comentó, que es penoso, que la opinión pública, culpe a nuestro gobierno, de hacerse de la vista gorda, pese a los esfuerzos hechos para detener la invasión silente de ilegales, pero entiende que “urge la adopción de medidas más radicales, de acuerdo a nuestra Constitución, para que se revierta esa creencia de que aquí se ha demostrado mucha debilidad en cuanto a las deportaciones de indocumentados, por temor a falsas denuncias maliciosas y amenazas de las autoridades del vecino Estado fallido, con el deliberado fin de que, organizaciones internacionales, nos apliquen injustas sanciones”.
Siguió diciendo que “las autoridades vecinas, en los foros internacionales, no se cansan de denunciarnos y acusarnos de racistas, de apátridas, de atropellos, y de una serie de lindezas, que son mentiras, para mantener de rodillas al gobierno dominicano, y que por eso éste se abstiene de adoptar medidas radicales, como se hace en otros países”.
Recordó que los gobernantes vecinos “son los primeros de violar los pactos y acuerdos, por lo que no se puede confiar en el supuesto interés que muestran, para que se reanuden conversaciones bilaterales, y son ellos los que estimulan la invasión de ilegales, desafiando abierta y abusivamente a las autoridades dominicanas con miras a crear un conflicto amado”.
Minguito indicó que a nuestro Gobierno le asiste, de acuerdo a las leyes y la Constitución, “defender nuestra soberanía, por la que se sacrificaron, derramaron mucha sangre, sudor y lágrimas, nuestros patricios Duarte, Sánchez y Mella, por lo que debe rechazar con firmeza, toda injerencia de países extraños y de instituciones como la Organización de Estados Americanos (OEA), las Naciones Unidas, y de otras entidades como las ONGs, cuyo interés es unirnos con otra nación, con idioma, religión y costumbres diferentes”.
Además de conocer todos los intríngulis del país vecino, por el contacto que ha tenido con sus habitantes, Minguito dijo que “le apenaba mucho la existencia allí de un presidente y una élite que no quiere saber de sus conciudadanos pobres, y que todas las riquezas están en manos de instituciones y empresas extranjeras que explotan las minas de oro y de otros metales preciosos, pero aclaró que allí hay personas, aunque pobres, son honorables y que merecen una mejor suerte”.
Y señaló que esa élite y autoridades del país vecino, “también se lucran de otras actividades económicas como la operación de establecimientos comerciales, tales como supermercados, bancos, negocio de energía eléctrica, telefónica, e instalaciones de zonas francas, y entre sus inversionistas figuran poderosos personajes de Estados Unidos, de Francia y de otros países que, según se dice, son los que alientan la unificación con nuestro vecino”.
Minguito al referirse a la conveniencia de un muro fronterizo, para detener el flujo de indocumentados, dijo que está de acuerdo con su construcción, “no importando su elevado costo, porque gustosamente lo financiaría el pueblo dominicano, y que estaría dispuesto a colocar el primer bloque, si le dan la oportunidad. Y añadió que si rápidamente no se le pone coto a esa situación, perderemos para siempre nuestra soberanía como nación libre, y nadie quiere aquí que eso acontezca”.
Este joven, en cuanto al concepto de soberanía, no duda “que los que se oponen a la construcción del muro son los norteamericanos, porque desviaría hacia el norte el flujo de inmigrantes de nuestro vecino, lo que constituiría una pesadilla para los yanquis recibirlos, por lo que ahora quieren que nuestro pobre país cargue con el problema que otras naciones rechazan”.
Minguito expresó que se siente avergonzado “por la humillación que le han hecho las autoridades del país vecino a los empresarios que participan en el mercado binacional fronterizo, prohibiéndoles, a partir del 1 del mes de octubre, la entrada de 23 productos, y que éstos, aun así, están dispuestos a negociar”.
Y piensa, además, citando pruebas contundentes de todos conocidas, que “los habitantes del país vecino, en su mayoría, son personas desagradecidas, olvidando las ayudas que les prestamos nosotros, permitiendo que sus mujeres embarazadas alumbren en los hospitales criollos, que usen las facilidades de nuestras escuelas públicas y disminuyan su pobreza, mientras la nuestra aumenta, beneficiándose del dineros del erario, producto de los impuestos que pagamos los dominicanos”.
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