La diferencia entre un medicamento y un veneno radica en la dosis, afirma Joan-Ramon Laporte, 64 años, colaborador de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Recuerda que los fármacos salen al mercado luego de ser probados por unos pocos miles de voluntarios, pero al comercializarse en todo el mundo es tomado por millones de personas y es entonces cuando pueden aparecer efectos indeseados, en ocasiones con desenlace mortal.
Reclama que la aspirina es el medicamento que más gente ha matado, porque es el más tomado por la gente y la percepción de su riesgo está distorsionada. A dosis bajas -cien miligramos al día- es un excelente protector cardiovascular, pero a dosis analgésicas -un gramo- puede producir hemorragia gastrointestinal.
En EE.UU. mueren al año por hemorragia gastrointestinal por antiinflamatorio unas 15.000 personas; mientras que de sida mueren 12.000.
Cualquier enfermedad puede ser producida por un medicamento: un infarto de miocardio por un antiinflamatorio y por muchos otros fármacos; una neumonía, cualquier enfermedad neurológica o patología psiquiátrica puede ser favorecida por medicamentos.
Muchos medicamentos causan depresión, como algunos que tratan la presión arterial o los diuréticos en personas de edad avanzada. Los medicamentos para el insomnio pueden provocar crisis de agresividad, muchos casos de irritabilidad al levantarse se debe a medicamentos de este tipo, como las benzodiacepinas u otros hipnóticos de acción corta.
Estamos hipermedicados, llegando al punto de que cuando una persona está triste se dice coloquialmente que esta depre. Los antidepresivos solo sirven para una depresión profunda, y la tristeza no es una enfermedad, es una reacción saludable.
No hay medicamento sin efectos indeseados, cada medicamento tiene su peaje. En EE.UU. los efectos adversos son la cuarta causa de muerte, detrás del infarto de miocardio, el ictus y el cáncer; y por encima de la diabetes, las enfermedades pulmonares y los accidentes de tráfico.
Coincido cuando afirma de forma categórica que se inventan cada año nuevas enfermedades sobre todo en relación con la mente y el sexo. Convierten la timidez en enfermedad y la medicalizan.
Según el informe de desarrollo de la ONU la industria farmacéutica es el tercer sector económico detrás de la industria armamentística y el narcotráfico. Los precios son negociados por el Gobierno. Fabricar el medicamento más caro, de cien a quinientos euros, no cuesta más de dos euros incluyendo el envase. Supuestamente pagamos el esfuerzo de investigación. Pero entre un 30% y un 40% del gasto medio de los laboratorios se destina a la promoción comercial. La industria farmacéutica de forma estratégica ofrece educación continua y turismo a las y los profesionales de la salud.
Hacernos creer que nuestro cuerpo está enfermo es un gran negocio.