Como en otras oportunidades, disfruto de las navidades en Europa, especialmente, en las naciones donde viven mis dos hijos, Pietro y Pierre. Llegué hace alrededor de dos meses. En Suiza y Francia, observé el espectacular cambio de colores en las hojas de los árboles, recibí brisas frescas del otoño y la primera nevada anunciando la llegada del invierno.
En España, el frío es intenso. Las espontáneas reacciones de la gente ante el mismo, muy abrigada, pero tomando café, sentada, en las calzadas frente a los restaurantes, es un encanto. En Alemania, suele nevar mucho y la sobriedad se acentúa.
Parecería que, independientemente de la posición geográfica, el invierno destaca la esencia, la personalidad, de cada país y la nieve se comporta acorde con la misma. En Suiza, por ejemplo, con elegancia, la nieve va y viene, revistiendo de blanco sus hermosas montañas; en España, la espontánea protesta por el viento y la lluvia es tal, que casi no nieva; Alemania, tan circunspecta, como una roca de hielo, es nieve por doquier; en EU, la he disfrutado muy variada; RD, por el sol, calor, fiestas e imprevistos, parecería que la nieve no se atreve a acercarse, apenas llega el frío.
¡Adoro la navidad en cualquier escenario!! Con frío, calor, sol o nieve, conduce al mismo objetivo: a Dios, a su hijo, Jesús; a arroparnos con el manto de los principios cristianos: a dar amor, perdonar, ¡a la paz espiritual!! Invita al recogimiento, a la pausa, a buscar el YO interior del individuo y de las poblaciones y llenarlos de afectos.
Las navidades son para dar cariño, dejando detrás, odios y rencores; personas de diferentes nacionalidades y credos buscan entenderse y respetarse. Es la época, en que conciente o inconscientemente, el amor se pone de manifiesto en todas las actitudes y acciones: cantitos, arbolitos, Santa Claus, luces, adornos, comida especial, intercambio de regalos, buenos deseos. Ellas destacan el espíritu cristiano; invitan a reflexionar, que más importante que lo material es lo espiritual: amor, perdón, comprensión, asuntos esenciales de la vida, que a veces dejamos escapar.
En esta temporada, es normal que surjan tristezas, melancolías; que vengan a la memoria seres queridos, penas y alegrías, pero respiramos tranquilos, al recordar que Dios esta junto a nosotros y espera con los brazos abiertos; que envío su único hijo, para decirnos, que el amor al prójimo y la justicia social son esenciales para la paz y desarrollo de las naciones; que debemos ser humildes y ayudar los demás, con sacrificio si es necesario. Jesús lo demostró al morir crucificado, para dejarnos el hermoso legado de los principios cristianos.
Pido a Dios ¡lluvia de bendiciones ¡! en navidad para las naciones del mundo y que la paz, armonía y prosperidad, las arropen en el 2019.
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