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Laudato si

La Encíclica papal “Laudato Si” tiene la impronta de Francisco de Asís, figura histórica  de la Iglesia Católica comprometida con la defensa de los pobres y con el amor por la naturaleza.

Ella marca un hito en el examen de los daños ocasionados y las amenazas que se ciernen contra la Tierra, “la madre bella” que nos acoge.

Resaltan  en su texto el vínculo entre la pobreza y la fragilidad del planeta, las causas estructurales comunes a ambos fenómenos, y la imposibilidad de superarlos por separado y sin reemplazar el sistema global que los provoca.

Esta Encíclica clama contra graves daños ya ocasionados y denuncia las amenazas. No se queda ninguna expresión destructiva o degradante sin citar, ni ningún peligro que advertir.

Defiende la vida a profundidad, al punto de considerar a “cualquier criatura como un hermano”, aun se trate de un alacrán.

Enfrenta a los poderosos, incluidas las transnacionales con su lógica de saqueo y destrucción. Critica la economía actual, su  paradigma tecnológico, su modelo de progreso excluyente y depredador, y las formas de poder en función del dinero y  la ganancia a costa del empobrecimiento humano y la afectación del patrimonio natural.

Plantea el cambio como desafío: “el cambio real” en las sociedades y en el mundo, y en el interior en el ser humano. Clama por “un nuevo estilo de vida” alternativo al derroche y al egoísmo.  Hace un reconocimiento a quienes luchan “con vigor” y  exhorta al debate sincero y a la unidad diversa y plural.

Se trata de ideas, actitudes, posiciones y compromisos trascendentes, de significativo impacto mundial, dada la influyente tribuna del Papado romano.

Creo que Francisco ha optado por una esperanzadora ruptura con el “sistema global” imperante, con la “globalización de la exclusión”; lógicamente, desde su propia religiosidad.

Esta Encíclica y su discurso ante los Movimientos Sociales en Bolivia, marcan para mí un viraje promisorio.

Diferencias hay. En “Laudato Si” se reitera un punto esencial de las religiones monoteístas: el planeta, la vida, los seres humanos, el universo… se entienden “creación de Dios”. Igual, la audaz gestión de Francisco sigue impregnada de una visión patriacal-machista y no pocos dogmas.

Pero para unirnos no es obligado compartir esas y otras concepciones religiosas. Hay otras formas de explicar nuestra existencia y la del universo, lejos del dogma, apegados/as a la ciencia, más próximo a Darwin, Marx, Engel que a los teólogos. Hay un feminismo que deja mal parado al machismo.

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