¿Lentitud o impunidad?

Estas poses respecto a la lentitud de la justicia es una manera de quedarse en las hojas del árbol corrupción-impunidad, sin tocar ni las ramas ni el tronco, mucho menos las raíces del mal.

Participación Ciudadana (PC) se queja de la lentitud de los procesos judiciales anticorrupción ya iniciados, casi todos enfilados contra casos del PLD-danilista, excluyendo exprofeso a Danilo y a otros pejes gordos de ese litoral político.

La verdad es que ese es un problema menor frente a lo que acontece con el compromiso original de las luchas sobre el fin de la corrupción y la impunidad asumida inicialmente por Marcha Verde y manipulada posteriormente por quienes optaron por la reducción de ese tema, profundamente sistémico, al reemplazo del PLD por el PRM con la candidatura de Luis Abinader y sus consecuencias.

Es más que evidente que la acción judicial contra la corrupción PLD-danilista, es una porción muy pequeña del universo de la delincuencia de estado y de poder en nuestro país; y no solo va lenta, sino que la están extinguiendo o diluyendo. El resto de la delincuencia política, militar, policial y empresarial, sigue protegida.

En estos días, luego de casi 5 años de establecido este régimen, se habla de 300 mafias solo en Bienes Nacionales y faltan por contar las de las demás instituciones civiles y militares del Estado, y sus abundantes asociaciones delictivas con el gran empresariado ¡Habrá que contarlas por miles!

Ese rumbo degradante en cuestiones tan trascendentes se debe a directrices del Departamento de Estado, vía USAID y Embajada de EEUU, asumidas por Abinader y su Gobierno; pactada con el gran capital y con Leonel Fernández, instrumentada con complicidades en el sistema de justicia y aceptada por los dirigentes de diversas ONG financiadas por USAID.

Observen que a esos actores políticos-sociales no le molesta – y no hacen nada para que no sea así- que Danilo y otros jorocones del PLD no hayan sido incluidos en los expedientes presentados; no les importa la mega estafa de Punta Catalina que involucra tres expresidentes, y menos aún que Leonel y el leonelismo hayan sido protegidos por el gobierno y por todas las instituciones del Estado.

Es notoria la pasividad de la clase dominante-gobernante y de las entidades subordinadas a EEUU, frente a la gran corrupción empresarial, la narco-política, los delitos ambientales graves, la criminalidad policial-militar (pasada y presente) y las estafas a cargo de corporaciones transnacionales. Evaden o manipulan, en dirección a la impunidad, los diversos delitos de Estado relacionados con el poder supremo.

Estas poses respecto a la lentitud de la justicia es una manera de quedarse en las hojas del árbol corrupción-impunidad, sin tocar ni las ramas ni el tronco, mucho menos las raíces del mal.