Ley de vida en Los Cacaos

En Los Cacaos de San Cristóbal, la vida es “como Dios manda”.  En el operativo médico realizado en el Subcentro de la región, Rosalía la médica practicante pregunta a Dolorita, ¿Cuántas veces ha estado embarazada? diez y siete veces responde, con cara de asombro vuelve a preguntar, y ¿Cuántos hijos ha tenido? diez y siete, afirma; por Dios y ¿Cuántos hijos tiene? Con voz serena Dolorita responde, me quedan 10.  Un hueco invade la boca de estómago de la médica en ciernes, a pesar de su respiración entrecortada indaga, ¿Qué paso con los otros siete?  “Fue obra de Dios”, unos murieron de desnutrición, otros la fiebre y el último por envidia, “como Dios manda”, “como debe de ser”.

María tiene 45 años, ha parido doce hijos, viven sólo siete.  La desnutrición, como llaman los médicos al hambre, se los chupa.  “Dios se los ha llevado” repite.  La muerte de los  hijos es una constante en las mujeres de la loma, la aceptan como designio de Dios.

Margarita a sus  35 años, ha parido cinco, el menor lo tuvo a los 23 años; sin consultarla fue esterilizada. A los 23 años, cinco hijos son suficientes para el sistema de salud, para las y los médicos desconocedores de lo frágil que es la vida de los pobres, de los derechos humanos. Con un aura de inocencia  refiere que fue ligada, no cortada y que  por eso espera lograr un embarazo pronto.  Dos de sus hijos han muerto, el mismo Dios, la misma desnutrición se los llevo.  Tiene nueva pareja y ambos desean un descendiente.  Para una mujer que no tiene para alimentar los nacidos, soñar con otro hijo es un privilegio inalcanzable.  Con el rostro angustiado e intentando enmascarar su dolor, pregunta “Doctora, ¿verdad qué usted me va a ayudar a quedar embarazada?

Participar en los operativos médicos es un acto de egoísmo, sirve para utilizar la miseria de la gente pobre y contar historias, para  “coger gusto escribiendo”, para ocupar mi  soledad existencial, para olvidar que a mami “Dios se la llevo”.  Consultar junto a un equipo de colegas  sesenta mujeres que bajaron de la loma es burlarme de la miseria ajena. ¿Cuál es el seguimiento a estas pacientes? Cualquier parecido con las funiditas, cajitas y tarjetas de solidaridad no es casualidad.

Los operativos médicos son un parche al Sistema de Salud. Lo apropiado es unirnos y exigirle al Estado que asuma su responsabilidad, el Estado es garante de la Salud de todos y todas.  De esta experiencia sólo quedan los rostros de la miseria tomados por la cámara de  Edwin Ruiz y mucha impotencia, pero mucha, mucha impotencia.

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