Ante el alegato gubernamental de escasez de dinero para favorecer el aumento del presupuesto a la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) he propuesto tres acciones factibles en lo inmediato que podrían aliviar las tensiones:
Aplicación al profesorado del 15 por ciento de incremento salarial que el Gobierno ha dispuesto para los docentes de la educación básica y secundaria…
Instalación de varias cocinas móviles para ofrecer comida de calidad al estudiantado y a todo el que la demande, hasta que sea inaugurada la nueva infraestructura, cuando el mismo Gobierno, a través de Comedores Económicos, podría asumir la gestión de la alimentación en la academia. Con tantos compromisos mayores, la UASD debería desapoderarse del compromiso de salcochar a diario arroz del malo…
Y la creación de un mecanismo que garantice la permanencia de un seguro médico de calidad a profesores y empleados (Senasa, por ejemplo), para evitar la zozobra, las humillaciones y la vergüenza cundo se asista a una clínica.
Habiendo soluciones negociables a la vista, las partes han preferido la confrontación; una guerrita fratricida y extemporánea que daña más la imagen de la academia estatal y afecta al Gobierno como su empleador por cuanto deja esfumar en tal diatriba su importantísimo plan de construcción de obras y remozamiento de otras existentes, de por sí ya golpeado en su credibilidad pública a causa de la indiferencia o complicidad de peledeístas internos y externos y por la sistemática oposición política que ha tenido. Y dañándose ambos, perjudican a la sociedad.
Sin dudas que la UASD urge una refundación, que no en retórica de coyuntura. La cara de ella no debería estar representada por el populismo, el clientelismo, la retaliación, los desórdenes, la complicidad y el ocultamiento de acciones delictivas por parte de sectores internos… El profesor es lo que menos cuenta allí, salvo período de campaña. Y sin discentes actualizados y tratados como humanos, no habrá jamás universidad cualificada. Los estudiantes y la sociedad terminan como las otras grandes victimas de tal sinrazón.
La salida no debería ser, sin embargo, la anteojera oficialista. Tampoco la violencia ni la politiquería desde la institución. Las protestas callejeras y la rotura de lo hecho, auspiciadas por los invisibles, solo agregan más devaluación a la maltrecha imagen uasdiana y más desconcierto a muchos estudiantes que apenas entienden el conflicto, aunque en este país poco caso se hace a las comunidades pacíficas (Pedernales como ejemplo).
Amén de lo que pase en el Congreso con el presupuesto nacional de 2012, el Presidente Fernández tiene a la mano una llave con la cual puede quitar hoy mismo presión a la caldera social, hirviente por la crisis económica y social, pero también por el pésimo manejo político y comunicacional.
Por lo pronto, en cuanto a la Primada de América, me he atrevido a darle tres pistas aptas para un aterrizaje menos forzoso desde un cielo dominado por tempestades.
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