Llave insólita

La lucha contra los actos antiéticos, que en ocasiones se llaman aquí indelicadezas para tratar de disminuir su gravedad, parece que no tendrán fin porque cuentan en muchos casos con la connivencia de las áreas oficiales de poder llamadas a prevenirlas y combatirlas.

La lucha contra los actos antiéticos, que en ocasiones se llaman aquí indelicadezas para tratar de disminuir su gravedad, parece que no tendrán fin porque cuentan en muchos casos con la connivencia de las áreas oficiales de poder llamadas a prevenirlas y combatirlas.

Un ejemplo actual que retrata de cuerpo entero esa inaceptable práctica, una de las tandas modalidades de corrupción administrativa, la acabamos de ver con la revelación de que Gonzalo Castillo sigue en la nómina del Ministerio de Obras Públicas con un sueldo de 300 mil pesos, a pesar de que había presentado renuncia a ese puesto con efectiva al 5 de agosto pasado.

Ante este hecho inaudito, sobre todo porque Castillo está en plena labor proselitista como precandidato presidencial escogido por la facción del PLD que sigue la corriente del presidente Medina, los periodistas le pidieron que ofreciera una explicación y su respuesta fue insuficiente y desconcertante.

Decir que él presentó renuncia, que hasta ahora no le ha sido comunicada la aceptación por parte del Ejecutivo y que en ese caso la ley le da un plazo de dos meses no es aceptable ante la opinión pública, que espera de los funcionarios públicos actuaciones transparentes y ajenas a cualquier comportamiento indebido.

Independientemente de lo que una ley pueda establecer en este caso, que es dudoso y discutible, a la luz de la argumentación de Castillo, es claro que en su caso hay una acción antiética, puesto que nadie puede cobrar en una nómina del Estado sin trabajar y mucho menos como cabeza de un ministerio que es el más importante del tren administrativa estatal.

Tal como certeramente ha señalado la sociedad civil, su situación es todavía más grave porque él está en la carrera por la presidencia con el favor del gobierno y con posición privilegiada, como si siguiera dirigiendo Obras Públicas desde fuera.

¿Aunque siempre se debe conceder el beneficio de la duda, a riesgo de incurrir en un acto de ingenuidad, cómo se explica que el presidente Medina haya permitido esta cuestionada dualidad o no haya sido puesto al tanto de la misma en el mejor de los casos?

¿O acaso es una estrategia acordada para mantener una llave insólita de dinero para el proyecto presidencial de Castillo y asegurar su reincorporación al ministerio de Obras, en la eventualidad de que no triunfe en las primarias del PLD? El país espera una respuesta.