Nadie tiene derecho a ponerle precio al trabajo de otro. Cuando la discusión sobre el merengue se adujo que determinadas orquestas y bachateros cobraban muy caro, argumentó que ellos sabían por qué lo hacían y si las personas acudían a sus fiestas y a sus oficinas para contratarlos eran porque entendían que lo valían.
Todos ustedes saben, sin lugar a dudas, que el que cobra más caro en producción, promoción y desarrollo de un artista es quien escribe en este artículo. 41 años de experiencia en este medio me dan el derecho de pedir lo que entienda que vale mi trabajo. Y si me lo pagan es porque el que acuerda conmigo entiende que lo valgo.
La clásica formula: imagen+talento+relaciones+dinero+suerte = artista.
De esto he hablado mucho y he escrito más, pero fíjense bien, hablo de cinco condiciones para conseguir un artista, no de una sola.
Todas y cada una son importantes. Esto lo vengo diciendo hace muchos años y parece que hay gente que todavía no lo entiende.
En el arte hay un fenómeno que se llama “lo imponderable”, nadie entiende, incluyendo nuestro gran Juan Luis Guerra, por qué Omega logró una pegada tan fuerte, pero pagó. Algunos venidos de cunas de oro jamás comprenderán por qué no conectan ni siquiera con su clase.
Hace poco escribí que los artistas no se hacen en un día y que son privilegiados aquellos que al cabo de un mes logran una gran penetración. Amigos, con eso se nace. Y mi labor es exponerlos para que exploten su talento.
Por ahí anda un teórico del arte acusando personas de cobrar exageradamente para hacer artistas.
Les repito que el valor de mi trabajo lo pongo yo y el que viene donde mí pagará o no lo que creo que vale mi trabajo. No visito a nadie absolutamente para convencerlo de lo que hago, vienen donde mí por la labor que hemos realizado.
Ustedes recordarán cuando dije que había que elevarle el precio a los urbanos y lo demostré con hechos en el caso de Vakeró.
Desde Villalona hasta Negros, pasando por Sergio, Sonia, Ciudad de Ángeles, Ilegales, etc., etc.… están las tarifas distanciadas del resto que nosotros logramos hacerles.
¿Quién es el dueño de su nombre? ¿Quién es el que logra fama y en consecuencia aumenta de valor después del trabajo que realizamos? Entonces….Yo pido lo que yo creo que valgo en el mercado en estos momentos: y es más, poco me lo “jayo”.
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