Las demandas y presiones excesivas sobre la Junta Central Electoral (JCE) en esta fase final de la campaña, no contribuyen a mejorar el trayecto hacia el 15 de mayo y, por el contrario, pueden contribuir a empeorarlo. El país espera del liderazgo responsable actuaciones responsables que permitan llegar felizmente al día en que al pueblo le tocará la decisión de escoger a los hombres y mujeres que estime más idóneos para dirigir a la nación y a sus instituciones.
La complejidad del proceso, con un nuevo sistema de votación electrónico, hace más necesaria la colaboración del liderazgo político a fin de facilitar su éxito, garantizar con ello la paz y el buen nombre de la República y afianzar las bases de la institucionalidad democrática. A sugerencias de la sociedad civil y a fin de transparentar las votaciones, la JCE ha aceptado el reclamo de realizar simultáneamente un conteo manual del sufragio en un 15% de los centros de votación. Pero ahora la oposición lo reclama en la totalidad de las mesas electorales, lo que abriría una brecha a impugnaciones y conflictos por aquellos que no acepten el veredicto de la voluntad popular expresada libremente en las urnas. Dos conteos simultáneos pueden arrojar diferencias mínimas, no determinantes, sobre las cual podrían sustentarse reclamos irracionales.
Sería un lamentable e imperdonable error jugársela todas el 15 de mayo, porque ese día no será el fin del mundo y el país requerirá de la experiencia y la fortaleza de quienes hayan forjado un fuerte liderazgo en este proceso. Y esto así, porque en el 2020, por encima de muchas voluntades, habrá concluido un ciclo político y cuando ese telón se cierre se abrirá un nuevo escenario para quienes supieron esperar su turno, sin malograr el más valioso activo de la República: sus instituciones democráticas y el sosiego de las familias dominicanas. Dejemos a la JCE hacer su trabajo sin presiones indebidas.
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