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27 Abril 2024

Lo que me sobra a mí, es de los demás

Un cordial saludo a todos mis queridos lectores.

No sé si se recuerdan de la Primera Dama de Hawái hace ya unos cuantos años. Si mi mente no me falla se llama Imelda. Ella tenía 100 y tantos pares de zapatos, no sé si todavía los tiene o no, y eso no viene al caso, pero para qué quiere una persona tantos pares de zapatos si solo tiene dos pies y puede usar solamente un par a la vez. Ella tenía muchísimos mientras hay seres en el mundo que no tienen ninguno que ponerse.

Hay muchos en este mundo que tiene muchísima ropa, mientras hay otros que apenas tienen que ponerse. En este mundo unos que mueren de hambre, mientras hay otros que sufren de indigestión. Y lo más triste es que poco les interesa los que nada tienen, y viven en la pobreza.

Hace días leí una historia en la que se hablaba de una anécdota del gran filósofo griego Sócrates, y quiero compartirla con todos Ustedes mis amigos, y dice así: Estaba Sócrates caminado por una tienda de túnicas cuando sus discípulos miraban tal acto y decidieron reunir dinero para entregarlo a Sócrates y que este se comprara una túnica nueva ya que la suya estaba sucia, vieja y rota. Cuando los discípulos reunieron cierta cantidad de dinero, fueron y se lo entregaron a Sócrates. Le dijeron los discípulos: Sócrates, hemos reunido este dinero para que usted pueda comprarse una túnica nueva ya que la suya esta vieja y maltratada. Sócrates les contesto: Mis queridos discípulos, yo no necesito comprarme nada, estoy bien con lo que tengo. Los discípulos le dijeron: Pero maestro si lo vemos desde hace un rato parado frente a la vitrina de esta tienda mirando las túnicas, y él les dijo: Os equivocáis, yo no miro las túnicas ni las ropas, yo veo todo aquello que no necesito.

Mis queridos amigos, muchas veces nos entretenemos buscando y mirando algo que no necesitamos, y lo más triste es que lo compramos para guardarlo ahí en un closet. Nos rodeamos de muchas cosas que guardamos por tanto tiempo que muchas veces ni las utilizamos y otras veces hasta pasan de moda.

Yo pongo el burro adelante para que no se espante como dicen en España. Aprendí de la forma más dura. Si necesitaba tres clavos iba y los compraba, lo mismo si necesitaba unos tornillos, pero como vienen por lo regular en paquete de cinco o diez, pues guardaba los otros que me quedaban para otra oportunidad que los necesitara. Resulta que cuando los necesitaba de nuevo, los había guardado tanto que no me acordaba dónde los había puesto, entonces iba y compraba otros y volvía a hacer lo mismo, hasta que me di cuenta que lo que a mí me sobraba era de otros que lo necesitaban o no tenían y a veces ni como comprarlos, entonces decidí que utilizo dos o tres y cuando alguien que los necesita viene a pedirme si yo lo tengo se los doy, y me queda más fácil en vez de buscarlo, ir a la ferretería a buscar otros cinco, que no buscar los anteriores que guarde y que no los voy a encontrar en ese momento porque ni me cuerdo donde los puse.

Termino con el Versículo 14, del Capítulo 29 del Libro Primero de las Crónicas que dice: “Porque todo viene de ti y de tu mano proviene lo que te damos”.

Hasta la próxima y muchas bendiciones para todos.

 

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