Después de haber trabajado arduamente en los últimos años de la década de los 90s, me atreví a decir en una asamblea de premiación de los cansadritas de Acroarte en el 2003, que lo que vendría en los tiempos próximos era la música de los “cueros y los guardias”, como solía llamar Euclides Gutiérrez a la bachata.
En el siguiente año, 2004, nos atrevimos a decir que los miembros de esa institución deberían de considerar al merengue de calle y a la música urbana, como una manifestación auténtica de nuestros barrios. Y en consecuencia, abrir un rubro para premiar a esos nuevos géneros como tales. No soy un vidente en el campo del arte ni de nada imaginable, pero estudio cada día y a través de esto, me permite predecir con cierta precisión lo que puede o no suceder.
En el 2007 usted puede encontrar que a principios de enero de ese año, expresé que nuestra música autóctona, dígase el merengue, se encontraba en una época de adormecimiento. Los que estaban en desacuerdo, personajes pertenecientes a grupos de promotores, arreglistas y dolientes de ese género, al principio no me creyeron y luego comenzaron a atacar de forma velada y públicamente a vilipendiarme.
Todo en nuestra vida se va conformando de cosas como esas. El beneficio económico en la medida en que lo recibimos gracias a los lauros y al acto de lamer la mano de quienes nos benefician cerrándonos la boca con un zíper, nos impide decir verdades. Pero como todo en la vida, detrás del telón siempre va aparecer la luz que nos permite ver todo el firmamento de cosas auténticas, lógicas y ciertas.
Ya un gran número de cronistas, que viven de la música urbana, afirman el desarrollo de la misma y se olvidan de sus antiguas posiciones contrarias a ella misma. Y como si esto fuera poco, los mismos que se reían del género en el 2003, hoy se atreven a decir que ellos fueron los que dieron las primeras clarinadas sobre este nuevo boom.
No importa que se auto erijan en paladines y descubridores de géneros, lo importante es que se ha ido dando tal y como lo habíamos predicho. No tengo una bola de cristal ni mucho menos, pero a pesar de que no he sido reconocido con pensiones por ningún gobernante de turno, sigo cantando mis verdades y, a final de cuentas, sigo siendo tomado en cuenta…