Recientemente nos enteramos sobre la existencia de una recua de burros que vivía felizmente en la isla Cabrito, en medio del Lago Enriquillo, en la Región Sur del país, que ahora está siendo desalojada por causar daño a la débil ecología del islote.
Esos jumentos llegaron hasta allí en el momento en que en el lago Enriquillo, debido a una sequía, se redujo el volumen del agua, permitiendo que pasaran hasta la isla Cabrito sin ninguna dificultad.
Pero debido al aumento de las aguas del lago, a causa de las últimas lluvias, los pollinos quedaron atrapados, y su único sustento ha sido la vegetación de la isla, consistente en cambrones, cactus y otros arbustos espinosos, acostumbrándose además a beber agua salobre.
No obstante esas penurias, los burros se reprodujeron, formando una gran familia, viviendo en paz, pero ahora la situación se le ha puesto difícil, ya que fueron acusados de alimentarse de los huevos de los caimanes y las iguanas, temiéndose que disminuya el número de esos animales oriundos de la zona del lago Enriquillo, especies casi en peligro de extinción.
Ahora los burros están siendo recogidos por brigadas del Ministerio de Medio Ambiente, de la alcaldía de Neyba, Bahoruco y de un organismo de las Naciones Unidas. Pero el trabajo no ha sido fácil ya que los jumentos conocen todos los recovecos de la isla de palmo a palmo y huyen despavoridos para no dejarse agarrar. Aprendieron a jugar a la escondida.
Los pollinos son cazados y anestesiados, siendo colocados en unas improvisadas jaulas y llevados fuera de la isla, en una improvisada barcaza, para luego ser liberados en tierra firme.
Al principio, vamos a suponer, los borregos protestaron con fuertes rebuznos cuando percibieron la presencia de los “intrusos” ante el temor de que fueran cazados y su carne utilizada por personas desaprensivas para la elaboración de embutidos y otros productos cárnicos.
Los jumentos, tras ser desalojados, se encuentran ahora desamparados y sin trabajo por culpa de los motoconchistas, quienes los han sustituido en las labores, que antes realizaban, con mucha eficacia y bajo costo, con las ya desaparecidas legendarias marchantes, que ofrecían productos agrícolas a las amas de casa de la zona.
Los burros de la isla Cabrito no se dan por vencidos y ahora, según se cree, se están organizando para realizar una jornada de protesta, porque su desocupación no les permite alimentar a sus respectivas proles engendradas y crecidas en el islote.
Desencantado por el desalojo, suponiendo que los asnos hablaran, uno de ellos dijo que sería muy efectivo, para llamar la atención, un escandaloso y molestoso coro de rebuznos y que de la única forma de callarlos sería llenándoles la bocaza de comida. No conciben que después de pasar penurias en la isla Cabrito, ahora en tierra firme se estén muriendo de hambre. Pero también se sintieron algo incómodos, porque los humanos tampoco las están pasando muy bien.
Sin embargo, a uno de ellos se le ocurrió una genial idea, al sugerir incursionar en la política, y ahora se comenta que los jumentos están llamando a sus congéneres de todo el país para formar un partido político, porque se dieron cuenta que en esa actividad se encuentran burros de dos patas, que han formado parte de gobiernos y que ahora viven muy bien, porque se han enriquecido a costa del erario.
Con un sonoro rebuzno, el borrego que hizo de vocero, dejó entender que ellos siempre se han distinguido por su digna, honesta y dura labor, y que cuando la gente trabaja mucho y es muy diligente lo comparan con ellos, lo que no ocurre con sus congéneres de dos patas, que siempre se han movido en las instancias del poder solo para satisfacerse a sí mismo, descociendo lo que significa el trabajo dignificador.
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