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Los capos de la droga

Juan TH.

Juan TH.

Los capos de la droga no pueden existir sin los capos de la política. Van de la mano.

El narcotráfico no puede desarrollarse sin la complicidad del poder político expresado en la justicia, el congreso, la cúpula militar y policial, de una sociedad.

Durante muchos años el narcotráfico, ni el consumo de estupefacientes, eran problemas serios en nuestro país. Hasta la llegada de las tropas norteamericanas en abril de 1965 no escuché, ni supe de nadie, que traficara o consumiera ningún tipo de drogas que no fueran alcohol o tabaco, ambas legalizadas hace muchos años. (La ley seca fue derogada en Estados Unidos en 1933)

Pasaron los 12 años de Balaguer (1966-1778) sin que el narco llegara hasta el Palacio Nacional. La política lo marcaba todo. Se perseguía, se apresaba, se torturaba y hasta se mataba, por razones políticas, no por tráfico de drogas. (La lucha era contra el comunismo, no contra las drogas)

La primera legislación contra los estupefacientes se produce, hasta donde sabemos, en 1918 durante el gobierno militar norteamericano (1916 a 1924). Pero como ley, la primera es de 1975, que no era muy dura, porque no parecía ser imperativo en ese momento. El fenómeno no alcanzaba dimensiones dramáticas como sucedería años más tarde.

Tras la muerte de Trujillo, la juventud estuvo inmersa en la lucha por la justicia y el bienestar social desde el PRD y los partidos de izquierda, sobre todo el Movimiento Revolucionario 14 de Junio que lideró Manuel Aurelio Tavares Justo, quién perdió la vida durante la insurrección de 1963 en “las escarpadas montañas de Quisqueya”.

Luego vinieron grandes jornadas de protestas, huelgas hasta la revolución de abril y la posterior intervención militar de Estados Unidos, la segunda en el siglo 20. Terminada la revuelta, el Pentágono, con Balaguer como presidente títere, inició una cacería de jóvenes revolucionarios en todo el país que culminó en 1978 con la victoria del PRD en las elecciones de ese año. Los muchachos de entonces no consumíamos cocaína, ni de éxtasis, ni nada parecido. Apenas tomábamos un trago o fumamos un cigarrillo.

El segundo gobierno del PRD lo encabezaría el hacendado don Antonio Guzmán Fernández, quien abolió las leyes anticomunistas, permitió el retorno de los exilados, liberó los presos políticos, iniciando un proceso democrático de amplias libertades públicas. Despolitizó las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional. Hasta ese momento el país no tenía capos de la política, ni capos de la droga.

Es en 1988 que surge la ley 50-88 porque la anterior 168 de 1975, era muy débil. Las cosas cambiaban y era necesaria una legislación más dura. Esa ley también sufrió modificaciones el 15 de mayo de 1995.

Si las sociedades no son estáticas, tampoco pueden serlo las leyes.

El narcotráfico no es un fenómeno exclusivo de la República Dominicana. En modo alguno. Lo fue, y los sigue siendo, en la mayoría de los países no solo occidentales. Tampoco es propio de  países pobres. También lo es de países desarrollados. Estados Unidos es el país donde más se consume y más se trafica con drogas de todo tipo en el mundo. Colombia, Bolivia, Perú, entre otros, son grandes productores de drogas narcóticas. En México la lucha contra el narco es ya de antología. En Colombia el narcotráfico llegó a controlar buena parte de la justica, del congreso y de los cuerpos militares y policiales.

(Las drogas representan entre un seis y un siete por ciento del comercio global. Es un negocio de más de 500 mil millones de dólares. En la lucha contra las drogas los gobiernos gastan todos los años, fallidamente, más de cien mil millones de dólares, según dice Naciones Unidas)

Hubo drogas durante los últimos años de Balaguer, pero sin marcar la luz roja. Donde las cosas comenzaron a dar un giro de180 grados, fue en el primer gobierno del Partido de la Liberación Dominicana que encabezó Leonel Fernández, a tal grado que Estados Unidos no le reconoció, ni certificó el esfuerzo por impedir ese flagelo.

El gobierno de Hipólito no detuvo el narcotráfico a pesar del esfuerzo que Estado Unidos dice que realizó. El caso Quirino es la principal muestra.

Los últimos 10 años han sido particularmente decisivos para el auge del narcotráfico. Entre un 30 y un 40 % del dinero de la economía dominicana, no tiene explicación más que en el lavado de activo y el narcotráfico.

Nunca vimos tanta droga como en los últimos diez años.  Las avionetas lanzando drogas por todos los puntos del país. Los embarques por los puertos. Pistas de aterrizajes clandestinas por doquier. Muchos Arturo del Tiempo Márquez y Solano apadrinados desde el mismo Palacio Nacional. (La sentencia de extradición de la Suprema Corte de Justicia estableció que Solano, rey del tráfico de heroína en el país, había recibido obras del Estado por más de cinco mil millones de dólares. ¡No más pregunta magistrado!)

Es lamentable que Estados Unidos maneje el tema del lavado y el narcotráfico con sentido político. Ellos saben, perfectamente, quienes protegían a Quirino, al señor del Tiempo Marqués, a Solano, y a muchos otros. Pero no actúan. Esperan que llegue el momento conveniente a sus intereses estratégicos globales o particulares.

Es por eso, solo por eso, que los principales capos de la política, aliados de los capos de la droga, no han sido pedidos en extradición para que paguen por sus crímenes.

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