SANTO DOMINGO, República Dominicana.- El Cementerio Municipal de los Casabes es la última morada para personas no identificadas o no reclamadas por familiares, por lo que tienen que ser sepultadas por las autoridades.
Muchos de estos casos solo son registrados con un número y sus seres queridos nunca se enteran de su destino final.
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Detrás de la maleza, con altura de más de un metro, yacen cientos de tumbas sin nombres. Una placa con un número es la única identificación.
Con una extensión territorial de más de 5 kilómetros cuadrados, al fondo se encuentran estas tumbas.
Aunque son mínimos los casos en que los familiares van a Los Casabes en busca de sus difuntos, los empleados del camposanto han establecido su propio patrón de registro, graban en su memoria los rostros de los cadáveres.
Mensualmente, el Instituto Nacional de Patología Forense envía grupos de entre diez y doce cadáveres, muchos de ellos ciudadanos de origen haitiano o indigentes.
El administrador del cementerio afirma que la falta de espacio se ha convertido en un obstáculo. Además, el impuesto que pagan por estos entierros es pírrico.
Y en la unidad de refrigeración de Patologia, otros 12 cadaveres, que hasta esa fecha no habian sido identificados o reclamados, estaban a la espera de posiblemente ser trasladados a Los Casabes.