Lo dijo en el acto de proclamación de su candidatura: “no estoy haciendo una campaña, estoy construyendo un sueño”, con lo que significaba que no hablaba de cosas para encantar, sino que expresaba sus convicciones.
Del gobierno que encabezará a partir del próximo 16 de agosto no se debe esperar otra cosa que la firme voluntad de ejecutar las propuestas que enarboló, bajo el hilo conductor de continuar lo que está bien, corregir lo que esté mal y hacer lo que nunca se ha hecho.
El compromiso que tiene con quienes empujamos su proyecto frente a todas las circunstancias es el de demostrar que ese esfuerzo se hizo en beneficio del país y en reivindicación de la clase política.
No creo que hasta este momento le haya hablado a nadie de posiciones en su gabinete, y en el momento en que se encierre con un lápiz y un papel en blanco, lo hará tomando en cuenta los compromisos asumidos con el electorado, no con personas, porque jamás se granjeo apoyo ofertando cargos.
Sabe como nadie que no se repite el chance de impactar a primera impresión, y que un gobierno nuevo no arranca bien, sino se expresa un espíritu de renovación.
Nadie irá a posiciones por amiguismo o por compromisos particulares, y el que no esté claro que la práctica de funcionarios autónomos aplicando sus propias prioridades, no será característica de la administración del presidente electo, Danilo Medina. Los que no estén contestes de esa normativa pueden experimentar fracasos.
El compromiso de mantener la estabilidad macroeconómica no se pone en juego ni por asomo y estoy seguro que el perfil del equipo económico responderá estrictamente a ese propósito, lo que hace suponer, sin andar con adivinaciones que algunas caras se mantendrán.
Con las Fuerzas Armadas podrán hacer todas las especulaciones que se atojen, yo apuesto a que allí lo que habrá será profesionalización y respeto a la ley orgánica, nada que comunique retroceso.
En la industria eléctrica, la clave la pondrá el pacto que busca el presidente electo para superar los problemas estructurales de ese servicio, y si la despolitización ha sido uno de los pasos de avance que ha tenido el sector, que nadie espere señales equívocas para las agencias multilaterales que están muy pendientes de la marcha de ese sector.
Que nadie espere personas designadas en funciones en las que representen conflictos de intereses, ni a un gobernante otorgando posiciones por presión.
Danilo sabe que la historia le ha concedido una gran oportunidad y la va a usar para demostrar que se puede creer y que se puede cambiar, si hay la voluntad y el coraje de lograrlo.
No ha buscado el poder porque el apasione ejercerlo, lo ha hecho porque tiene el compromiso de transformar. Su triunfo marca cosas nuevas y es en sí renovador porque enaltece el espíritu del pueblo dominicano.
Dice que se puede ser honesto y triunfar, que nada supera las ideas, que el trabajo y la perseverancia premian, que la clase política cuenta con exponentes excepcionales, que un político que ha pasado por el desempeño de las responsabilidades más importantes del Estado sin enriquecerse tiene mejores posibilidades que ha hecho lo contrario, y que realmente lo que Juan Bosch sembró en el Partido de la Liberación dominicana fue una cantera de líderes.
El compromiso con un gobierno ético y moral no en un simple enunciado, el que no lo entienda quedará muy mal.