Los hijos, Saramago y líderes políticos

Los que abogamos por paz, armonía, bienestar, debemos ser cuidadosos al elegir no solo al padre o madre de nuestros hijos, sino también a quien va a presidir la nación, pues se ocupara de educar, orientar y proteger la población.

Lo más maravilloso y que implica mayor responsabilidad en la vida, es tener hijos; debemos formarlos para que sean personas de bien, útiles a la sociedad, felices.   José Saramago, escritor portugués y Premio Nobel de Literatura, dijo que “hijo es un ser que Dios nos prestó para hacer un curso intensivo de como amar a alguien más que a nosotros mismos, de cómo cambiar nuestros peores defectos para darles los mejores ejemplos y, de nosotros, aprender a tener coraje”.

Diría que un hijo no es sólo para hacer un curso de como amar, sino un medio de evaluar las personas. Las actitudes y acciones de los padres proyectan su íntimo sentir, lo retratan de cuerpo entero.  Ante el anuncio de la llegada del hijo, algunos, con la mayor tranquilidad, abandonan el escenario; a veces lo olvidan por siempre; otros lo ven eventualmente, le envían algo para subsistir y acallar su conciencia. En estos casos, no les interesa hacer “el curso intensivo de como amar a alguien más que a nosotros mismos”.

Para la gran mayoría, afortunadamente, la llegada de hijos, la responsabilidad de tenerlos es motivo de gozo; lo buscan y se esfuerzan en educarlos bien, inyectándoles amor y sanos valores; lo enseñan a compartir con el prójimo y pensar en el bien común; le ayudan a desarrollar sus potencialidades para que sean libres, independientes, agarren las riendas de su vida, sean felices, ejemplares, útiles a la sociedad, vivan en paz, donde quiera que se encuentren.

Los funcionarios gubernamentales, los líderes políticos, deben tener con la población, el comportamiento de un padre ejemplar, responsable con sus hijos, dándole las mismas oportunidades. Debemos observarlos con cuidado; su vida es modelo, de lo que hará con la nación. Algunos, venden la idea de buscar paz, bienestar general, pero su hogar, con la estructura familiar rota, proyecta lo contrario; buscan poder, riqueza y la de un grupito de privilegiados, luego que adquieren lo soñado, olvidan los pobres, “los hijos de machepa” y se abrazan a los ricos, “los tutumpotes”. Sin ningún pudor, dividen la familia y también el partido político; colocan sus miembros en diferentes “parcelas” para asegurar   tajadas del poder; anestesian sus fanáticos; se dedican a sonsacar los que se resisten a acompañarlo.

Afortunadamente, tenemos líderes políticos con hogares lindos, estables, de sanos principios, que saben amar los hijos y les duele ver miseria; persiguen bienestar general, desarrollo integral y para lograrlo, actúan con firmeza y coraje.

Amo las naciones democráticas, con líderes responsables, que les dan a los habitantes la oportunidad de lograr bienestar. De ahí, la importancia de que hagan el curso de “como amar a alguien más que a nosotros mismos” a que se refiere Saramago. Debemos, pues, observar el ambiente familiar de los lideres, su estilo de vida es un parámetro de lo que harán con la ciudadanía.

Los que abogamos por paz, armonía, bienestar, debemos ser cuidadosos al elegir no solo al padre o madre de nuestros hijos, sino también a quien va a presidir la nación, pues se ocupara de educar, orientar y proteger la población.