La columna de Miguel Guerrero
La prensa dominicana ha evolucionado radicalmente en las últimas décadas. Las transformaciones más notables se han dado no sólo en materia de formato y diseño o en la presentación de noticias y contenido editorial, sino en el punto esencial de su comprensión del papel que deben jugar los medios en el desenvolvimiento de la vida democrática del país.
Así, han pasado a desempeñar una labor mucho más activa en la discusión de los temas esenciales. Estos cambios de concepción de su propio rol, han contribuido sin lugar a dudas a fortalecer su presencia y convertirlos en agentes importantes del debate nacional, no simples receptores de informaciones o relatores del acontecer cotidiano en calidad de espectadores pasivos.
En épocas más recientes, uno de los cambios más importantes ha tenido lugar en el área de la propiedad de los medios masivos de comunicación, con una tendencia a la concentración por parte de grupos económicos. Como consecuencia de ello se ha dado también una transformación en el campo de los intereses primarios de los periódicos y estaciones de radio y televisión que operan en el país.
El traspaso de la propiedad de los medios a estos grupos, trae igualmente como consecuencia dos hechos fundamentales: en primer lugar su fortalecimiento económico, la modernización de sus instalaciones y equipos y, por consiguiente, la expansión de oportunidades profesionales.
En segundo lugar, al hacerse dependientes de otros intereses económicos, la prensa se ha hecho más vulnerable a la intolerancia oficial y más sensible a los intereses y prejuicios de carácter religioso, comercial y de otra índole.
Con su crecimiento y modernización, los medios de comunicación se han hecho más competentes en materia informativa y editorial, aumentando su capacidad para cubrir los diferentes aspectos y facetas del diario acontecer nacional e internacional.