I.- Marcelo, luchador político y social, sin aspiraciones a ser líder
1.- En el curso de la semana pasada, con el título: “Marcelo Bermúdez, símbolo de coherencia”, escribí lo que ha sido una parte de las actividades políticas de Marcelo, así como consideraciones sobre su persona.
2.- Marcelo Bermúdez, en la ejecución de acciones políticas en el seno de la sociedad dominicana, nunca fue ni procuró ser cabecilla de los movimientos en los cuales incidió como actor político, guerrillero o funcionario público.
3.- Marcelo, siempre se comportó como un miembro más de las organizaciones de las cuales fue integrante, y sin otras pretensiones que las de aportar a la lucha democrática por conquistas, derechos, libertades y otras reivindicaciones en provecho de su pueblo.
4.- Aquellos que hemos tratado a Marcelo, sabemos que en política no buscó dinero ni fama, como tampoco ser una celebridad, tener popularidad, alcanzar renombre, ganar prestigio, ni mucho menos actuar como jefe. Siempre se ha mantenido en bajo perfil.
II.- La sencillez de Marcelo
5.- Precisamente, porque Marcelo nunca andaba tratando de sobresalir en las operaciones en las cuales intervino, algunos de su generación las han olvidado, y los jóvenes de ahora las desconocen por completo.
6.- A ese Marcelo que conocemos y hemos tratado durante varios años, de por vida se ha comportado con humildad, como en su juventud, con sencillez en el trato con sus limpiabotas Julito, El Ñato y Francifol; con sus choferes públicos Guillermo La Guapa y Papelito, o con Cundo, su cochero.
7.- La forma de Marcelo relacionarse con los demás, nunca cambió, sin tomar en cuenta cuando estaba bajo la holgada dependencia de sus padres, luego en la no buena condición económica, o cuando se hizo exitoso empresario. Siempre fue el mismo.
III.- Conveniencia de conocer a Marcelo Bermúdez
8.- La homogeneidad ha caracterizado a Marcelo en el comportamiento como ser humano. La consonancia de su prédica y práctica hacen de Marcelo una unidad de persona, una igualdad de ente social.
9.- Se le haría un significativo aporte a la presente generación de dominicanas y dominicanos, si de manera desapasionada se les da a conocer lo que ha sido la vida integral de Marcelo Bermúdez; las partes que componen su accionar político, empresarial, familiar y como funcionario público.
10.- El pueblo dominicano debe conocer la incidencia de Marcelo Bermúdez, y de sus actuaciones, porque solamente así puede juzgarlo, opinar, y de cualquier forma valorarlo.
11.- Los hechos son los hechos y no se derriten. Todos los seres queridos de Marcelo, así como la sociedad dominicana en su conjunto, merecen que sea ampliamente difundida la existencia de ese ser humano que sin procurarlo ha sobresalido en lo político, social y cívico.
12.- A Marcelo no le vemos como un santiaguero destinado desde su nacimiento a ser consecuente con su pensamiento. Él no fue predestinado para nada; lo que ha hecho en su vida es ser coherente y consecuente.
13.- Se le hace un bien a los jóvenes dominicanos de hoy, si se les dice que traten de actuar como Marcelo Bermúdez, no importa que se dediquen a la política o a ser empresarios. En cualquier actividad él puede servir de buen ejemplo.
14.- Para referirse a Marcelo Bermúdez, no hay que glorificarle. Basta con no caer en roñosería, y sin ambages reconocer lo que por convicciones democráticas ha hecho en cada coyuntura histórica por su país, cuando así lo ha necesitado conforme las condiciones políticas y sociales, en etapas violentas o pacíficas.
15.- En el medio social dominicano de hoy, es muy difícil reconocer los méritos de una persona, pero bajo ningún concepto podemos sumarnos a los que por mezquindad son contrarios a poner en su justo lugar la valía de un virtuoso connacional, como Marcelo.
16.- Los merecimientos que hacen grande a Marcelo Bermúdez, deben ser ponderados por todos aquellos que sabemos de su preocupación y entrega para que disfrutemos de un mejor país.