I.- La niñez en nuestro porvenir
1.- Si un ordenamiento económico y social está entregado a los vicios, y no se vislumbra en lo inmediato un cambio que elimine lo que significa crapuloso, concupiscencia, relajamiento, depravación y degradación, entonces lo que nos queda es estar esperanzados, confiados en lo que está al margen de la podredumbre.
2.- En el caso específico de nuestro país, lo único fiable es la niñez, siempre y cuando sea guiada por caminos de honradez, honestidad, integridad y solidez en principios éticos y morales.
3.- Si todavía contamos con niñas y niños que están en condiciones de ser correctamente formados, y estamos conscientes de que la enseñanza ocupa el lugar central de todo sistema de organización de la vida, debemos esforzarnos para contar en el futuro con seres humanos de buen proceder, porque su formación está gestada partiendo del aprovechamiento de su disposición de aprender las buenas costumbres y todos aquellos valores que rodean a la persona y la hacen adecuada para el buen vivir en comunidad.
4.- El perfeccionamiento del proceder de una persona, solamente es posible lograrlo obteniendo buenas actuaciones desde la niñez. Si logramos la decente formación en los primeros años del niño, de seguro que en la adultez no incurrirá en faltas que vengan a dañar el ambiente donde vive.
5.- Un joven de correcta orientación tiene un porvenir cierto, siempre y cuando sea sometido a una educación que haga de él un sujeto autorizado, acreditado por el sello que le sirve de distinción a su carácter, que es la identificación de la conducta cultivada para llegar a ser modelo de ciudadano de bien.
6.- No hay que hacer mucho esfuerzo para comprender que el carácter con el cual se ha levantado la juventud nuestra de los últimos años, es sumamente débil, carece de vigor y su titular prueba haber tenido una orientación que cede ante cualquier influencia extraña.
7.- La flaqueza de que está constituida la conciencia de los jóvenes actuales, revela que tuvieron padres flojos, complacientes, tolerantes; que carecían al dar sus consejos de la fuerza suficiente para influir en la mente de sus descendientes.
8.- Sus métodos educativos resultaron no ajustados a la realidad, no acertaron en el objetivo que debe perseguir todo progenitor de entregarle a la sociedad un ser humano que ajuste sus actuaciones a las normas de buen vivir. La sociedad pequeña, la familia, si hace una obra malhecha, cuando entra a la sociedad grande, de mala se convierte en pésima.
9.- La grandeza de los padres ante los hijos, no está en el exceso de demostración de afectos con caricias, sino en enseñarles en el hogar para que luego, al ser adultos, sirvan de ejemplo cívico y ciudadano. La demasiada condescendencia que se les manifiesta a los niños, no prueba la buena educación que se les está dando.
10.- El papá y la mamá dan demostración de don educativo, por la enseñanza que bien reciben sus vástagos. El jovencito, que sale del hogar dañado, entra al medio social a pervertir por culpa de sus guías hogareños.
11.- Ser correcto con los niños y con las niñas para que en el porvenir procedan conforme a las reglas de buen vivir, no quiere decir que les dispensemos un trato grosero y descortés.
12.- Lo que deben procurar los padres es alcanzar que sus hijos y sus hijas, les vean como sus mejores amigos, guías y protectores, además de sus educadores. La ternura para con los hijos debe ir acompañada de la buena educación, para que a la expresión de cariño se una la explicación con suavidad y sincero mimo.
II.- Los padres deben pensar detenidamente
13.- Sin duda alguna, lo que está revelando la sociedad dominicana es que los padres tienen que someterse a un profundo examen en lo que se refiere a la formación de sus hijos, y la revisión que precisa no tiene espera, porque los controles requeridos por sus hijos son de tal urgencia que más tarde sería muy triste.
14.- Los ascendientes deben someterse a una sincera autocrítica y saber que están obligados a revolver su forma de educar, darle vuelta atrás a los métodos que han utilizado para entregarles a la sociedad un material humano bien hecho, realizado adecuadamente y confeccionado a la medida.
15.- El buen papá no es aquel que satisface los deseos de sus hijos, sino el que cumple con la función de guía, instructor, preparador y organizador de la buena conducta que les acompañará para siempre.
16.- El padre que bien enseña en el hogar hace de perfecto docente y entrega a la sociedad un ser humano digno de ser modelo de ciudadano. Aceptar ser papá quiere decir hacerse cargo del comportamiento responsable del futuro munícipe y ciudadano.
17.- Todo aquel que decide asumir la calidad de padre debe saber que tal condición entraña responsabilidad no solo materiales, sino también en el orden espiritual.
18.- Además de comer y vestir, a los hijos hay que aportarles ideas, conocimientos y los principios que en el curso de su existencia les van a servir de guía en sus actuaciones.
Ideas finales
19.- En nuestro país cada padre de familia debe reflexionar en el sentido de si está desempeñando a cabalidad su función de orientar a sus descendientes para que en el futuro sean mujeres y hombres buenos.
20.- Cualquier momento es oportuno para deliberar con respecto a saber si se está actuando bien o mal, y los hechos están diciendo que aquí, los directores de los hogares han fallado, no han obtenido buenos resultados, han demostrado desatino porque sus obras han salido mal formadas.