KABUL.- El mulá Baradar Akhund, jefe de la oficina política de los insurgentes en Catar, declaró el fin de la guerra de Afganistán con la victoria de los insurgentes, un logro inesperado por su rapidez y que se completó ayer con la huida del presidente, Ashraf Ghani, y la toma de Kabul.
«Hemos alcanzado una victoria que no se esperaba (…) debemos mostrar humildad ante Alá», dijo en un mensaje en vídeo el ex número dos del movimiento insurgente en la primera declaración pública de un líder talibán tras la conquista del país.
En el primer día en Afganistán bajo control talibán desde la invasión estadounidense en 2001, Baradar se refirió a este como «el momento de la prueba».
«Ahora se trata de cómo servimos y protegemos a nuestra gente, y de cómo aseguramos su futuro, para ofrecer una buena vida lo mejor que podamos», añadió.
Los talibanes tomaron el domingo el control de Kabul después de que sus combatientes entraran en la capital sin encontrar resistencia, y con casi todas las provincias bajo su control.
En el primer día del país bajo el control de los talibanes, la seguridad de la capital afgana y la mayor parte del país amaneció en manos de los insurgentes que patrullan las calles y controlan el movimiento de personas.
«El Emirato Islámico (como se autodenominan los talibanes) ha ordenado a sus muyahidines y una vez más reitera que nadie puede entrar en la casa de nadie sin permiso. La vida, la propiedad y el honor de nadie serán dañados, estos deben ser protegidos por los muyahidines», dijo en Twitter el portavoz talibán Suhail Saheen.
Medios locales difundieron imágenes dramáticas de miles de personas en el aeropuerto de Kabul intentado huir del país, pese a la cancelación de la mayoría de los vuelos comerciales y las restricciones.
La Embajada de Estados Unidos en Kabul reiteró hoy la alerta a sus ciudadanos, y personas esperando por la repatriación, de no acercarse al aeropuerto debido a la frágil seguridad, hasta que sean llamados para atender a su vuelo.
El colapso del país ocurrió en cuestión de semanas, después de que en mayo las fuerzas de Estados Unidos y de la OTAN comenzaran la fase final de la retirada, entregando todas sus bases militares a los afganos.
Ghani culpó hace semanas a Washington de la crisis del país que, aseguró, es el resultado de la salida abrupta de las tropas internacionales, y el proceso de paz coordinado por EEUU para la reconciliación que se basó en «teorías inmaduras», dijo.
Tras huir en secreto del país y sin una renuncia pública, Ghani aseguró anoche en un comunicado que abandonó el poder «para evitar un derramamiento de sangre», ya que, según el, los talibanes estaban dispuestos a atacar Kabul para derrocarlo.
Con la salida de Ghani, un grupo de líderes políticos formó ayer el Consejo de Coordinación para la transición del poder a manos de los talibanes, integrado por el expresidente afgano Hamid Karzai, el presidente del Consejo Superior para la Reconciliación, Abdullah Abdullah; y el líder del partido Hizb-e-Islami y ex señor de la guerra, Gulbuddin Hekmatyar.
Sin embargo, de momento los insurgentes no han dado detalles de cómo será el proceso de transición o la toma del poder.
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