SANTO DOMINGO.- La Operación Falcón y sus entresijos constituye un oprobio para el sistema político de la República Dominicana y es un insulto para toda la sociedad que confía la dirección del Estado a terceros a través del voto.
Es un hecho que desborda la copa de la decepción y que debería convocar sin pérdida de tiempo a una gran reforma del modelo con la sociedad como protagonista.
La respuesta a esta barbaridad debería ir mucho más allá de la desgastada e inútil proclama “caiga quien caiga” o la simple salida rectórica de que aquí no hay vacas sagradas.
El crimen organizado ha penetrado a la médula del ejercicio político, por lo cual la Operación Falcón podría ser apenas el retrato parcial de una podredumbre sistémica.
De todos modos, este hecho crítico y asqueante constituye una oportunidad desde distintas vertientes y voy a enumerar algunas:
1.- Ejercer la presión social al máximo para que haya consecuencias drásticas contra todos los implicados.
2.- Investigar y dar a conocer los nombres de funcionarios electos que alcanzaron escaños congresuales y ocupan escritorios municipales gracias al dinero sucio.
3.- Hacer un juicio político a quienes hayan resultado beneficiados y expulsarlos deshonrosamente de la administración pública.
Si no actuamos con firmeza frente a estos casos, con un abordaje integral que posibilite consecuencias contra culpables directos y cómplices, habrá que ir escribiendo epitafio del país para dar paso al Estado fallido a la narco República.
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