París.– Representantes de un centenar de países, de la sociedad civil, del sector privado y de grandes instituciones internacionales se congregarán a partir de mañana en París en respuesta a la llamada de Emmanuel Macron para revisar las reglas del sistema financiero mundial y poner el clima en el centro.
El encuentro de alto nivel, bautizado «Cumbre por un nuevo pacto financiero mundial», se desarrollará entre el 22 y 23 de junio en el Palais Brongniart, con la participación de personalidades como el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, el primer ministro chino, Li Qiang, o la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen.
El objetivo de Macron, gran artífice de esta convocatoria junto a la primera ministra de Barbados, Mia Mottley, es empezar a debatir una reforma del sistema financiero mundial para que ningún país del mundo «tenga que elegir entre la reducción de la pobreza y la protección del planeta», según fuentes del Elíseo.
«Puedo sentirlo: podemos marcar una enorme diferencia para el planeta y contra la pobreza», afirmó este miércoles Macron en Twitter.
El jefe de Estado galo también reforzó ese mensaje en una carta conjunta publicada hoy por el diario Le Monde en la que junto a una docena de gobernantes -como el estadounidense Joe Biden o el británico Rishi Sunak- prometen trabajar para reformar el sistema a fin de «responder mejor a las necesidades de desarrollo y luchar contra la vulnerabilidad, agravada ahora por los riesgos climáticos».
La adaptación a la crisis climática, la crisis de la deuda en muchos países pobres y la necesidad de recuperar la confianza entre las naciones del norte y el sur serán otros de los asuntos que se aborden en París, hasta donde también acudirán el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, o el nuevo presidente del Banco Mundial, Ajay Banga.
Entre el medio centenar de jefes de Estado o de Gobierno presentes figuran también los presidentes de Colombia, Gustavo Petro; Cuba, Miguel Díaz-Canel, y Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, así como el canciller alemán, Olaf Scholz.
España, por su parte, estará representada por la vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño, y la cita contará también con la presencia de activistas climáticos de renombre, como Greta Thunberg y Vanessa Nakate.
PONER SOBRE LA MESA DE DEBATE LA REFORMA DEL SISTEMA
La idea de convocar esta «Cumbre por un nuevo pacto financiero mundial» surgió en el marco de la última COP en Egipto con una iniciativa «abierta» y «ad hoc» para hacer avanzar la conversación, ya que Francia no ha recibido ningún mandato específico para tomar decisiones concretas.
Desde la sociedad civil, las oenegés han dado la bienvenida a la iniciativa, pero son escépticos sobre las opciones de que los resultados estén a la altura de la «escala» de los problemas.
«Es un objetivo extremadamente ambicioso que no podemos más que compartir”, pero hay que “estar a la altura”, expresó Cécile Duflot, directora de Oxfam Francia, en una rueda de prensa conjunta convocada por su organización y otras cinco ONG (Care, ONE, CCD-Terre Solidaire, Global Citizen y Climate Action Network) este pasado martes en París.
También algo más de 150 economistas y politólogos publicaron esta semana una carta reclamando que los países ricos ayuden a pagar los daños climáticos en los países más pobres, con impuestos a las grandes fortunas -responsables de la producción de grandes cantidades de emisiones- y a las industrias de energías fósiles.
A nivel de objetivos concretos, el Gobierno francés ha avanzado varios mensajes que buscará reforzar en la cumbre, como la necesidad de que a partir de este 2023 las naciones ricas cumplan la promesa de destinar 100.000 millones de euros anuales a ayudar a los más pobres a combatir la crisis climática (algo que se remonta a la Conferencia del Clima de Copenhague de 2009 y que aún no ha ocurrido).
París también abogará por la aplicación de una tasa a las emisiones de carbono del transporte marítimo y por la restructuración de la deuda de los países con menos recursos, así como por la inclusión de cláusulas en los contratos de préstamos que contemplen la posibilidad de eximir pagos en caso de catástrofe climática.
Esta búsqueda de nuevos «consensos» internacionales, de la que París quiere ser solo el primer paso, debería llevar a una reforma de las grandes instituciones financieras internacionales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, surgidas de los pactos de Bretton Woods a finales de la Segunda Guerra Mundial.