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24 Abril 2024

Magaly Pineda

                                                                                          A Fafa

Su vida no fue una tragedia como todas las tragedias femeninas.

No fue una desgracia como todas las desgracias  femeninas.

No fue abusada cuando niña, ni nació entre los escombros de la pobreza.

Sin embargo, su vida fue una osadía, un desafío, un atrevimiento, un camino, un salto hacia el otro lado, una ideología contrapuesta, una utopía ignorada, una apuesta por la igualdad.

Una guerra.

Una voz.

Una quimera.

Una luz.

Dijo  no cuando lo creyó.

Dijo  sí cuando lo pensó.

No se detuvo nunca, caminó de un lado a otro con una sonrisa.

Voló como golondrina presagiando un futuro de mujer.

Recorrió mundos con su antorcha de esperanza.

Anduvo ciudades y campos con su palabra emancipadora.

Habló por todas en todas partes.

Sin miedo.

Sin prejuicios.

Sin odios.

Sin la angustia del espanto.

Abrazó una idea.

Y luchó por ella.

Y la llevó como una cruz por los desiertos de la vida sin convertirse en  mártir.

Vivió como pensó, como soñó, como quiso, no como quisieron que fuera.

Sin traicionar ni traicionarse.

Mujer única.

Total.

Completa.

Imprescindible como todas las mujeres de su estatura.

Invencible estando vencida.

Espartana luchando contra la muerte.

Sin dobleces.

Sin rendirse.

Sin amilanarse.

Sin arrodillarse estando derrotada.

Sin negarse a sí misma ni siquiera frente a la muerte que la llamaba.

Gladiadora de la vida.

Intrépida.

Audaz.

Fuerte.

Inconmovible.

Inquebrantable.

Una muralla de sentimientos.

Una fortaleza de ideas.

Magaly se llamará siempre.

Su muerte me rasga el corazón que no entiende.

Me entristece el alma que no comprende.

Me produce una herida  que sangra sin remedio.

La muerte de Magaly me duele por dentro.

Como si fuera mía…

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