En varias ocasiones al analizar los aspectos muy positivos de la gestión del gobierno de Luis Abinader, sobre todo la labor de su equipo económico, también he enfatizado las debilidades en su administración de los sectores minero y energético. Por eso es muy reconfortante el reciente nombramiento de la vicepresidenta de la República, Raquel Peña, como coordinadora del sector energético. No solo tiene ella antecedentes muy reconocidos en el área académica, sino que al ser designada coordinadora del gabinete de salud para enfrentar la pandemia ella desempeñó un gran papel, que esperamos repita en el sector energético.
Una tercera parte de los que consumen electricidad no la pagan y esa proporción ha aumentado durante la gestión de Luis Abinader. Los que pagan la luz, además de esa erogación, a través de sus impuestos entregan recursos al ministerio de Hacienda para que este cubra el enorme déficit del sector energético. En resumen, los que pagan la luz pagan además la luz de los que no la pagan. Durante el primer gobierno de Leonel Fernández se entregaron las tres distribuidoras a tres empresas extranjeras para que las administraran, pero luego en el de Hipólito Mejía se volvió a estatizarlas, lo cual se ha mantenido así, a pesar de haber vuelto Leonel Fernández y el PLD al gobierno.
En las actuales condiciones en las que por razones políticas no se puede aumentar la tarifa eléctrica es muy improbable que ninguna empresa se interese en adquirir una de las distribuidoras, pues ante un aumento en el precio de los combustibles no podría traspasarlo al consumidor, pero sí podrían firmarse contratos de administración de las Edes, asumiendo el Estado las inversiones.
En cuanto a generación, las Catalinas siguen en una nebulosa jurídica pertenecientes a la casi difunta CDEEE en lo que el Congreso aprueba convertirlas en un fideicomiso. La comisión que encabezó monseñor Agripino Núñez Collado recomendó entregar su administración técnica a una empresa extranjera con experiencia y eso no se ha hecho.
Las nuevas plantas generadoras, que son imprescindibles para enfrentar el aumento en la demanda, se han atrasado, sobre todo las de Manzanillo. Las barcazas turcas, que ya abundan en Cuba, encuentran problemas para su ubicación, en parte debido a que empresas competidoras ineficientes se oponen a su instalación pues bien podrían sacarlas del mercado, sobre todo las que generan con diésel.
Otro gran problema es el vencimiento en marzo próximo del contrato de 20 años entre AES y British Petroleum para importar gas natural a precio fijo, pues ahora este escasea y está mucho más caro por el conflicto militar en Europa.
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