Manojo de puyas de ella, imparcialidad de él

Si es por el discurso de 51 párrafos anunciando su renuncia a la precandidatura presidencial por el oficialista Partido de la Liberación Dominicana, la noche del lunes 25 de abril, la Primera Dama Margarita Cedeño no aceptará los ruegos que quizás le haga el seguro candidato a la presidencia Danilo Medina para que le acompañe como Vice en la boleta, un requisito no imprescindible pero tal vez de gran valor para implicar a un Presidente Fernández que antes también se había visto precisado a declinar a la repostulación y a quien le han reclamado imparcialidad en el proceso interno dada su condición de líder y presidente de la organización. Y ese ingrediente podría ser el clavito en el zapato que el 20 de mayo de 2012 mande a la ducha a los morados, pese a que lucen muy aferrados a las bonanzas del poder.

No hay candidato predeterminado ni victoria sin libertad, ha dicho la PD en una pieza discursiva abundante en ironías en la que resaltó el «capital de afectos» que aprisiona entre sus puños.

En ningún instante disimuló su enojo con quienes le objetaron negándole tradición peledeísta y trabajo político, y le endilgaron condición de títere al servicio de la reelección indirecta del Presidente Fernández.

Su voz, sus tonos, sus silencios, su dinámica gestual, el entorno televisual donde estuvo la foto de ella con su esposo, sus implícitos,  acompañaron a una parte escritural orientada a fustigar a sus objetores y a destacar su trabajo en el Despacho, su independencia como mujer, su capacidad, su solidaridad con los más pobres y su lucha a favor de los valores, la cual –afirmó– ha sido coherente con su accionar cotidiano.

Lo ha hecho en medio de una coyuntura partidaria que huele a conflicto y un contexto socioeconómico súper difícil para un Gobierno con evidentes signos de desgaste, reforzado por funcionarios que cada segundo enrostran su bienestar a una población en vías de empobrecimiento.

Ha de suponerse que durante su largo ejercicio gubernamental (Fernández ha sido electo en tres ocasiones desde1996), amén del cansancio que provocan las rutinas, la pareja presidencial habría conquistado un «capital de afectos» flotante en el veleidoso mercado electoral nuestro, igual que habría dividido las simpatías internas, antes concentradas casi todas en la acera de su aliado de siempre, el ex ministro de la Presidencia, Danilo Medina.

Presidente y PD lo han aireado sin rubor, a su manera: él mostró orgulloso en un acto tan brillante como costoso para anunciar su declinación sus dos millones de firmas de respaldo, las cuales –sostuvo– puede garantizar como votos que lleven a la victoria. Ella, su capital de afectos, aval de futuro promisorio en la política y en la vida. También lo han hecho sin cesar sus tropas.

De tanto repetirlo en los medios, por lo menos han plasmado una percepción sobre su importancia para decidir el proceso del próximo año.

Y Medina lo sabe. Y ha hecho esfuerzos sistemáticos para amansarlos y reprimir el error garrafal cometido tras las primarias internas de hace una década cuando, refiriéndose al adversario Fernández, alegó que el Estado le ganó.

Ha avanzado mucho en esa perspectiva, él. Pero le fue imposible evitar el desenfreno de algunos de sus seguidores cercanos: desde diferentes flancos enfrentaron a la PD y al presidente de la República y presidente del partido  le han solicitado imparcialidad.

Reclamar imparcialidad parece ser una petición parida por la irracionalidad de fanáticos de la política. Trátase de un absurdo en propoganda política; además, evoca un mal que el mismo Medina ha tratado de extirpar de la memoria de los leonelistas: «el me ganó el Estado». Aunque esté ausente en lo explícito del danilismo, el teatro de la política dominicana ha enseñado que en el fondo el uso de los recursos del Estado y de los poderes fácticos es un manjar tan apetecido que alborota al extremo las glándulas salivares de los políticos.

Si se da la ecuación manejo de puyas de la PD más la demandada imparcialidad del Presidente-presidente, el PLD sufrirá graves inconvenientes que provocarían su derrota en 2012 y Danilo Medina habrá perdido por segunda vez desde el 2000.

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